Convento de clausura de Castil de Lences, posada real

M.J.F. / Castil de Lences
-

El último fin de semana de enero de 2007 los hoy Reyes llegaron a Castil de Lences para alojarse en una de las sencillas habitaciones de la hospedería. No salieron del monasterio y convivieron con las monjas de clausura

Los entonces Príncipes dejaron como recuerdo a las monjas una foto firmada en la que aparecen con la Infanta Leonor. - Foto: M.J.F.

El último viernes del mes de enero de 2007, a eso de las seis de la tarde y con veinte centímetros de nieve en las calles, llegaron a la localidad burebana de Castil de Lences con gran discreción y dentro de un todoterreno los Príncipes de Asturias. Su destino era el convento de clausura y allí entraron directamente sin que ningún vecino se diera cuenta. Lo único raro que habían notado en los días anteriores es que la Diputación había limpiado todos los rincones del pueblo. La pareja no salió del monasterio en todo el fin de semana y recaló en La Bureba por mediación del burgalés Francisco Pérez, arzobispo en ese momento de las Fuerzas Armadas.

Don Felipe y Doña Letizia querían tomarse un descanso. Ella estaba embarazada de su segunda hija, la Infanta Sofía, que nacería a final de abril. Durante los tres días de estancia en Castil, hicieron la misma vida que las monjas. Los mismos horarios, las mismas comidas, la misma vajilla y los mismos rezos. «Se comportaron con gran sencillez», afirma las monjas.

El sábado, las religiosas tuvieron el detalle de cocinar para el Príncipe alubias rojas porque dijo que le gustaban y por la noche sirvieron croquetas para agradar a doña Letizia. «El Príncipe es muy culto: en la comida pusimos música clásica, como siempre, y enseguida la reconoció; además, sabía mucho de las monjas de clausura, del significado de las rejas…», explican a DB las religiosas recordando un fin de semana que nunca olvidarán

Los entonces Príncipes se alojaron en una de las sencillas habitaciones de la hospedería del convento. Fue Doña Letizia quien la eligió. No era de las más grandes. Tenía dos camas de 90, un pequeño baño y el número 13 en la puerta. Las maletas reales se tuvieron que quedar en el pasillo. Las monjas les avisaron que las camas eran algo pequeñas pero Don Felipe contestó que en sitios más estrechos había dormido en los buques de la Armada. En su visita a Castil de Lences llevaron un séquito de tres personas, todos guardias civiles: un hombre y dos mujeres. La estancia se acabó el domingo a las 12 del mediodía, pero antes de irse dejaron como recuerdo una foto firmada, en la que aparece la pareja con la Infanta Leonor y el texto: «A las hermanas del Monasterio de la Asunción de Nuestra Señora de la Asunción de Castil de Lences con toda nuestra gratitud, afecto y cariño». Las monjas les correspondieron con las obras completas del Beato Rafael. Fue una visita «bonita y agradable», recuerdan. A la semana siguiente Don Felipe cumpliría 40 años y a la siguiente Erika Ortiz, hermana de Doña Letizia, se suicidaría. Los Príncipes y las religiosas de Castil se escriben todas las Navidades desde 2007. «Que Dios les bendiga mucho ahora que van son reyes, que les ayude y que sepan que tienen nuestra oración», concluyen las religiosas burebanas.