Treviño / Kilómetro 0

R. Pérez Barredo / Treviño
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El enclave burgalés espera que el nuevo escenario político que salga de las elecciones del 20 de diciembre contribuya a resolver una coyuntura que consideran irracional

El atormentado cielo de la mañana deja caer una fina aguanieve sobre el campo treviñés, en alguno de cuyos recodos se amontonan toneladas de remolacha. El armónico paisaje invita a la ensoñación. También es muy hermoso el corazón del caserío de Treviño, capital del Condado: la calle Mayor, con sus abigarradas e impecables casas de piedra, con su majestuosa iglesia y la recoleta Casa Consistorial, ofrece una imagen casi idílica. A un visitante no iniciado le llamaría la atención un hecho en apariencia contradictorio: esta noble rúa aparece también denominada en euskera (kale Nagusia); sin embargo, ninguna de las banderas que ondean en el balcón del Ayuntamiento es la ikurriña. Treviño es eso: una suerte de contradicción, una paradoja, una burbuja, un extraño paréntesis, una incógnita sin resolver. El Condado de Treviño es un islote burgalés enclavado en Álava que lleva décadas inmerso en un conflicto administrativo, político e identitario que, sin embargo, permanece inalterado. 
Se han sucedido las intentonas por hallar una solución.La última, hace diez días, cuando el Pleno del Ayuntamiento aprobó una moción que reconoce a las Cortes Generales como la única institución competente y con responsabilidad para la alteración de los límites administrativos del territorio, sorteando al Estatuto de Castilla y León, que veta la posibilidad de segregación del enclave y de su integración en Álava, que es el fin último que han perseguido todas las iniciativas puestas en marcha en este sentido desde 1980. La corporación municipal de Treviño se muestras esperanzada ante las elecciones del 20 de diciembre, toda vez que de ellas podría salir una nueva composición en la Cámara Alta sensible a esta petición (la actual echó por tierra hace un año idéntica petición).
Ignacio Portilla es el concejal delegado para la integración de Treviño en Álava. «La mayor vinculación administrativa que tienen los treviñeses, de forma abrumadora, es con la instituciones de Álava y País Vasco: con la sanidad, con la educación, con la seguridad ciudadana... Son estas instituciones las que mejor pueden dar respuesta a las necesidades de la población de Treviño. Y, sin embargo, legalmente, quienes están obligadas a hacerlo, son las instituciones de Burgos y de Castilla y León. Ahí es donde está el conflicto.Y esto es lo básico. Nosotros no entramos a valorar cuestiones como la identidad, lo cual es un asunto más personal,  íntimo, sentimental». Se trata, pues, de la prestación de servicios. «El problema es exclusivamente administrativo, que a la hora de la verdad es lo que resuelve el día a día cotidiano.Es una cuestión de sentido común». 
No está en absoluto de acuerdo Inmaculada Ranedo, portavoz del PP en el Consistorio treviñés. «Creo que es más un sentimiento de pertenencia que de prestación de servicios, que se tienen todos y bien. Otra cosa es que una parte de la población quiera tener esos servicios exclusivamente en Álava.Pero nadie puede decir que quiere pertenecer a Álava por una dejación de servicios o porque no sean buenos los que ofrece Castilla y León en convenios con el País Vasco». Para Ranedo, que fue alcaldesa de Treviño, «lo que hay que analizar a la hora de que la gente pueda decidir u opinar, es qué ventajas e inconvenientes tendría el Condado si perteneciera a Álava, porque los motivos que alegan quienes están por la integración no son objetivos y son poco reales», dice.
Admite la edil de Treviño que hay problemas administrativos «lógicos y normales en un lugar con la singularidad del Condado. Claro que hay cosas que se hacen mal y en las que hay que mejorar, pero como en cualquier otro sitio. Y son las menos.Es cierto que a veces se producen duplicidades». En este sentido, es sincera.Con respecto al argumento del ‘sentido común’, dice: «Es cierto que, a nivel práctico, tiene su fundamento, evidentemente, pero para que un territorio pase a formar parte de otra comunidad hay que analizar muchas otras cosas. No se puede decir que la situación del Condado sea insostenible o un caos». Ranedo cree que quienes defienden políticamente la integración en Álava es escudan en esos argumentos de los problemas administrativos y de servicios «cuando lo que realmente quieren es pertenecer a Álava porque quieren trabajar y depender exclusivamente de Álava. Creo que deberían ser más serios y hablar con más veracidad», apostilla la edil popular. 
«Los cauces legales para modificar nuestra situación existen. Y queremos hacer uso de ellos. Vivimos una situación de parcheo, de inseguridad jurídica; dependemos de la buena o mala voluntad del político de turno.En materia de sanidad, por ejemplo, no sabemos si estamos en calidad de transeúntes, de desplazados... Porque no está definido. Por poner un ejemplo, una persona sin papeles tiene más clara su opción de servicios que nosotros. Es así de claro. Creemos que nuestra situación debe resolverse ya y para siempre», subraya, rotundo, Ignacio Portilla. 
Sin convenios de por medio, la relación del centro de salud de Treviño con el Sistema Sanitario Público Vasco (Osakidetza) es muy estrecha. «Hoy, sin la intervención de Osakidetza, nuestro centro de salud no sería operativo, tendría que cerrar. Un simple análisis de sangre se hace en Vitoria. Lo que ocurre es que regularmente surgen conflictos, sobre todo con las especialidades. Más de 80 por ciento de los casos son derivados al País Vasco», apostilla el edil pro-integracionista.
«Las personas del Condado son atendidas en Osakidetza igual que en Sacyl», dice, tajante, Ranedo. «Otra cosa es que tú quieras que solamente te atiendan en Osakidetza. Pero no es justo que digan que están mal atendidos.Ese discurso no es correcto. Aquí no hay parcheo. Los servicios están bastante bien cubiertos, aunque todo sea mejorable. Desde luego, no es un parcheo».
 
De hecho y de derecho. Para tener derecho a los servicios básicos, explica Portilla, los treviñeses lo tienen claro: se empadronan en Álava. El enclave burgalés tiene una población aproximada de 4.000 habitantes. Sólo 1.500 están empadronados allí; el resto lo están en la provincia vasca. No sólo la sanidad es un ejemplo de esta singular realidad. También la educación. En el colegio de Treviño, del que Portilla reconoce que ofrece unos espléndidos resultados académicos con su modelo bilingüe (castellano e inglés), más de 90 por ciento de los alumnos terminan  los estudios en centros educativos alaveses, donde se ofrece el modelo trilingüe (castellano, inglés y euskera). «La gente opta por ese modelo educativo que en Treviño no se presta porque la situación administrativa no da esta opción. El modelo educativo de Castilla y León no responde a las necesidades que tenemos».
«No hay ningún problema en educación. Tenemos un colegio comarcal al que pueden ir todos los niños y niñas del Condado y un convenio con Álava para que quien no quiera ir a ese centro vaya a la ikastola a Vitoria en autobús.Está bien conveniado y regulado.Otra cosa es que tú quieras que en tu territorio haya un colegio que pertenezca al País Vasco y en el que se hable euskera. Y eso no existe porque es Castilla y León», defiende Ranedo. «No hay un problema real».Con todo, la edil del PP no descarta que pueda acabar integrándose el euskera. «Lo hemos hablado y valorado en alguna ocasión con la Junta de Castilla y León. Nadie se ha opuesto a ello. Pero yo, como portavoz del PP, les he dicho a los otros grupos que peleen por ello, pero mientras sigan luchando por otras cosas no se va a conseguir. La Junta nunca ha cerrado esa puerta»
Para Ignacio Portilla, además de la citada situación de parcheo, existe otro impedimento para el feliz gobierno del Condado: la denominada ‘administración burbuja’, es decir, aquella que se rige exclusivamente por el ámbito geográfico. Así, planes estratégicos en los que se ven involucradas ambas provincias o incluso la protección civil (limpieza de carreteras cuando nieva) se ven lastrados y abocados a situaciones surrealistas. «Cada institución tiene unas prioridades y se hace cargo de lo suyo. Pero al final, el afectado es el habitante de Treviño. Y aunque suele haber buena sintonía, la realidad señala otra cosa y en la práctica la coordinación es realmente  imposible, consecuencia de una situación absurda e irracional». Se han llegado a producir casos sangrantes, como que el servicio de emergencias no atienda una llamada de uno de los pueblos del Condado porque el código postal pertenece a Álava.
La única vía, apunta Portilla, es la voluntad política. «Vamos a ir nuevamente al Congreso de los Diputados, que es el que tiene la potestad de modificar los límites geográficos. Queremos agotar todas las vías. No vamos a parar. Y, si no, que eliminen todas las vías legales y blinden esta posibilidad para siempre». En este sentido, tienen esperanza de que el nuevo marco político les favorezca. «Ojalá tengamos un escenario en el que los políticos tengan sentido común y racionalidad evitando la confrontación entre las comunidades autónomas. Porque no se trata de eso».
Para Ranedo, la única vía es que se reabriera la ponencia de Enclaves en el Senado y se tratara al Condado de Treviño con el conjunto de los enclaves del país. «Es lo que hemos defendido siempre. Yo a mi partido siempre le pido que escuche como escuchamos nosotros en el Condado, y que si hubiera que trabajar por que hubiera una nueva visión para Treviño fuese en esa ponencia de Enclaves», concluye.