Cumpleaños con mucho arte

A. Pérez / Olmos de Atapuerca
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El taller El Alfar, de Olmos de Atapuerca, pone de moda una forma diferente de celebrar los cumpleaños. Los hinchables se sustituyen por talleres de cerámica y el contacto con animales y naturaleza

Tres pastores alemanes, algunas conejas con seis o siete crías cada una, gallinas y dos pavos reales son los invitados estrella de un cumpleaños. Junto a ellos están unos 25 amigos de César, que hoy cumple doce años. Sus padres le propusieron celebrar su cumpleaños en El Alfar de Olmos de Atapuerca y él accedió encantado. Esta escuela de arte, que también es un taller de escultura, una sala de exposiciones, una pequeña granja e incluso el hogar de sus creadores, es un lugar para practicar el arte rodeados de naturaleza.

Javier Sanz es el escultor ideólogo y creador de este espacio. Con mucho esfuerzo, trabajo y dedicación ha logrado vivir en el lugar donde da forma a su pasión. Estas instalaciones llevan acogiendo desde hace muchos años a grupos variados para realizar actividades artísticas en ellas. Pero desde hace poco más de un año también organizan actividades para cumpleaños.

Se suelen celebrar los viernes por la tarde o durante el fin de semana. La condición que se ha impuesto Sanz es que durante esa tarde o esa mañana solo se realiza una fiesta para ofrecer la mejor atención a los asistentes. Los anfitriones pueden cumplir desde unos cuatro o cinco años hasta infinitos. Sanz asegura que tanto niños como mayores disfrutan por igual de estas fiestas un tanto atípicas pero atrayentes. En El Alfar se encargan de poner a su servicio las instalaciones y ofrecen diversos talleres como moldeado en cerámica, manejo de tornos de alfarería, técnicas de grabado artístico, pintura... Para ello cuentan con varios monitores, ya que además de fiestas ofrecen cursos de varios días. Uno de estos instructores es Amelia, hija de Javier, que demuestra habilidad y simpatía con los niños.

Tras realizar el taller elegido para deleitar a los invitados al cumpleaños, Sanz se convierte en un escultor que también adiestra pastores alemanes e incluso es granjero. Para continuar con la celebración de esta singular fiesta, Sanz ofrece una demostración de lo dóciles y fieles que son sus tres pastores alemanes que él mismo ha adiestrado. Después, enseña los conejos, con sus respectivas crías, las gallinas y la pareja de pavos reales que aloja en esta finca.

En este caso, los padres de César decidieron confiar el cumpleaños de su hijo a Javier porque el padre ya había hecho un taller aquí con algunos amigos y acabó encantado. Además, querían huir de los «típicos hinchables». César no se opuso a la decisión y las sonrisas de sus amigos indican que ha sido una elección acertada.