Los jesuitas recuerdan a sus mártires de El Salvador con «fe y compromiso»

A.G. / Burgos
-

La conferencia de Rafael Díez-Salazar, 'Otra democracia, ¿es posible?' abre esta tarde los actos conmemorativos que culminarán el sábado, 14, con una 'eucaristía de la solidaridad'

«Pasan los años y siguen siendo un icono para creyentes y para no creyentes». Así habla el jesuita Manuel Plaza, miembro del Centro de Pastoral La Merced-CIE y del Comité Óscar Romero, de sus compañeros Ignacio Ellacuría, Amando López, burgalés de origen, Joaquín López, Segundo Montes, Ignacio Martín-Baró y Juan Ramón Moreno, de cuyo asesinato a manos de un comando paramilitar del Gobierno salvadoreño se cumplen 26 años el próximo día 16. Con este motivo, e igual que siempre, en el centro de pastoral se les va a recordar «con fe y compromiso político».

«Ante la complejidad que estamos viviendo en estos tiempos, las mareas humanas de desplazados, la necesidad de una regeneración de la democracia, hemos creído necesario hacer una reflexión seria, entre todos, para intentar dar luz en medio de este caos de noticias y gritos y ayudarnos a construir un futuro más esperanzador en esta ‘desolación cultural’ que estamos padeciendo», afirma Plaza, quien destaca el nivel de los conferenciantes de la Semana Social que, en homenaje a los mártires, arranca esta tarde.

El protagonista de la primera conferencia es el sociólogo Rafael Díez-Salazar, al que Plaza califica de gran conocedor de la sociedad española actual, quien dará la charla Otra democracia, ¿es posible? a partir de las 19.30 horas en la sede del centro. Mañana, martes, será el turno de Jesús Sanz Abad, del departamento de Antropología Social de la Universidad Complutense de Madrid (mismo sitio, misma hora), con Algo nuevo está aconteciendo: movimientos sociales ante el cambio de época, y el miércoles, cerrará el teólogo y músico José Laguna con su charla Pisar la luna. Escatología y política. Las actividades concluyen el sábado, 14, con la denominada ‘eucaristía de la solidaridad’ a las 20 horas en la Iglesia de la Merced.

Se ha contado ya muchas veces pero la comunidad jesuita se niega a olvidar cómo sus hermanos fueron asesinados a sangre fría aquella madrugada en la que también cayeron sus dos empleadas, Elba Ramos y la hija de ésta, Celina. El denominado comando Atalacatl entró en el campus de la Universidad José Simeón Cañas, conocida como la UCA, terminó con sus vidas y dejó sus cuerpos  abandonados en el jardín. «Un hecho brutal e inhumano que marcó un nuevo reto social y de justicia. Su recuerdo es un homenaje a tantas vidas entregadas por causas nobles, hablar de ellos, de sus vidas, es recordar un sinnúmero de rostros que de forma anónima entregaron y entregan su obra buscando mejorar las condiciones de vida de la sociedad salvadoreña», según opina Plaza.

Teología de la Liberación

Porque los mártires querían estar en El Salvador, un país que entonces se desangraba por los cuatro costados y en el que no eran bien vistos por ninguna de las facciones en liza. Estos religiosos se habían alineado con la parte más pobre del pueblo y trataban de hacer realidad en aquel lugar el testimonio de Jesucristo a través de la Teología de la Liberación y de su trabajo en la UCA. Por eso fueron acallados por la vía institucional y la de las balas, que al final resultaron ser la misma.

«Nuestros compañeros, con el ejemplo que dejaron y a pesar de su desaparición física, nos invitan a leer la realidad de este sociedad actual tan complicada. Nos llaman a concienciarnos de que nuestro papel en estos momentos  es el de ser gestores y no simples espectadores de lo que está sucediendo, y a construir una sociedad donde nadie se sienta excluido y donde los hombres y las mujeres vivan dignamente y en libertad», añade Plaza.