Una mañana con olor a gloria

Angélica González
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uno de los actos centrales de las fiestas transcurrió en perfecto orden y terminó con la virgen engalanada con más de 40.000 flores que le llevaron y colocaron los más de 8.000 participantes

Los voluntarios del Comité de Folclore trabajaron como jabatos para que la Virgen estuviera bien adornada. - Foto: Patricia

 
Lo mejor de todo, casi, fue el olor que tenía la Plaza del Rey San Fernando a media mañana de ayer, cuando habían pasado   así como la mitad de peñas y agrupaciones a colocar sus flores a los pies de la Virgen. Ese aroma dulzón proveniente de los miles y miles de ramos, la agradable temperatura -sol y vientecillo- y la impecable organización hicieron que se soportara más que con dignidad ese maratón que todos los años supone la Ofrenda Floral a Santa María la Mayor. Comenzó tarde porque tarde terminó la misa pontifical en la que, por cierto, el arzobispo, Francisco Gil Hellín, se dolió de la persecución a la que están sometidos los cristianos también en España y no solo en países lejanos. No serían los de Burgos que, más bien al contrario,  disfrutaron de lo lindo de uno de los actos más emotivos de las fiestas. Comenzó tarde, decíamos, y  tarde terminó, lo que obligó a los concejales a ir a uña de caballo al siguiente evento que esperaba su presencia, la recepción en el Palacio de la Isla. Para que vean lo que sufren.
En el ínterin, fue precioso ver llegar, un año más, a los míticos Armagnac con sus canotier y sus chalecos de color coral y a los miembros de las peñas pasar delante de la Virgen con sus florecillas en las manos -en numerosas  ocasiones conjuntadísimas con el color de sus blusas- y entregárselas a los voluntarios del Comité de Folclore Ciudad de Burgos, que las recogían en cestos y las iban colocando a modo de tapiz. Los centros más grandes se quedaban en la tarima y las cintas singularizaban la empresa, medio de comunicación o entidad oferente.
Entraban por el Arco de Santa María, muchos acompañados por las notas de sus charangas y, en ese momento, la música cesaba, quizás por respeto, quizás porque se encontraran con la Schola Cantorum a pleno interpretar de, por ejemplo la Cantiga 77 de Alfonso X el Sabio o cualquier otro de los muchos autores polifónicos que le han dedicado algún tema a una virgen burgalesa. Luego salían por la calle de La Paloma y volvía el bullicio al encontrarse con un centro de la ciudad que rebosaba de gente con ganas de pasarlo bien. 
Además de los peñistas burgaleses y su ímpetu y su salero, le pusieron color a la Ofrenda las flamencas de la Casa de Andalucía, el centro mexicano con sus mariachis y sus lindos vestidos, las elegantes falleras valencianas y hasta  un grupo de devotos de Radio María que entraron en la plaza con sus camisetas de un azul turquesa muy intenso y su cartelico en el que se podía leer ‘Radio María: La fuerza de la Esperanza. 15 años en España’. Hay gente pa tó.
Desde ancianos venerables hasta bebés (la más pequeña, probablemente, Leire, de un mes, a la que a la izquierda de estas líneas se puede ver acompañada de sus padres, del grupo tradicional Gavilla), nadie se quiso perder una cita que concluyó con los discursos de las reinas de las fiestas. 
La mayor, Beatriz Saiz Domingo, se acordó de los jóvenes que peor lo están pasando y de los que sufren cualquier tipo de problema y le pidió a Santa María la Mayor que les ayude, y la pequeña, Natalia Varela Hidalgo Cobos, intercedió para que no haya ningún niño sin casa, sin comida, sin abrigo y sin vacaciones, cuestión nada fácil teniendo en cuenta los tiempos que corren. En cualquier caso, la Virgen nos las bendiga a ambas por sus buenos deseos.