Adiós a la imprenta de todos

R. Pérez Barredo / Burgos
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Con el año que termina también finaliza una historia que se ha prolongado casi doscientos años: la de la Imprenta y Estereotipia de Polo • El comercio más veterano de la ciudad, abierto desde los años 30 del siglo XIX, echa el cierre

María del Ángel Quesada es la quinta generación de los regidores de la imprenta. - Foto: Jesús J. Matías

La placa de cinc que sostiene su reconocible tipografía forma parte del paisaje urbano de la céntrica calle Laín Calvo desde finales del siglo XIX. María del Ángel Quesada, quinta generación de regidores de la Imprenta y Estereotipia de Polo, está estos días emocionada.Lleva semanas despidiéndose de todos sus clientes, anunciándoles que este negocio familiar, abierto en Burgos en 1835 -es el comercio más antiguo de la capital- va echar el cierre definitivo empujado en parte por la crisis. «Aunque tengo la edad sobrada, no era mi intención jubilarme.Soy la quinta generación y eso pesa mucho», señala María, que aunque no ha sido esta su profesión principal ha estado siempre vinculada a la imprenta, desde que, siendo niña, pasaba a saludar su tía Trinidad y echaba una mano durante los veranos. «Marcelino García, mi marido, ha sido el que, desde los años 70, con su entera dedicación, su máxima honradez y su buen hacer nos ha consolidado como ‘la imprenta de todos los burgaleses’», subraya.

Está María del Ángel, escoltada por Charo, empleada desde hace más de veinte años y su mano derecha en el negocio, agradecida a toda la ciudad. «Sólo puedo tener palabras de agradecimiento a todos los burgaleses que han pasado por aquí. Nos sentimos afortunados de haber sido partícipes de sus acontecimientos más importantes», dice en referencia a los miles de trabajos que sobre bodas, bautizos, comuniones o felicitaciones se han impreso en Polo a lo largo de décadas. «Hemos hecho muchos amigos y estos días se agolpan los recuerdos.Es inevitable. Son muchos años».

Acceder a la trastienda de la imprenta es viajar en el tiempo.Las máquinas, ahora mudas, son testigo de un tiempo extinguido. En la imprenta de Polo se conservan verdaderas joyas, como una máquina Heidelberg de 1850 que se conserva en perfecto estado y que María acaricia con cariño, y algunas de comienzos del siglo XX, magníficamente conservadas. Son imprentas alemanas y francesas que, si nadie lo remedia, saldrán de Burgos, donde al parecer hay gente interesada. «Lo más probable es que salgan fuera, y a mí me daría mucha pena. Preferiría que se quedaran en Burgos», sostiene.

Las máquinas alemanas y francesas de Polo son verdaderas reliquias perfectamente conservadas.Las máquinas alemanas y francesas de Polo son verdaderas reliquias perfectamente conservadas. - Foto: Jesús J. Matías También como oro en paño se conservan en Polo una ingente cantidad de tipos de letra, una imagen fascinante capaz de sugerir hasta el olor de la tinta y el trajín de la docena de empleados que llegó a tener el negocio en sus mejores tiempos. En Polo se ha impreso la historia de los últimos doscientos años de esta ciudad. No conservan muchos recuerdos, pero María muestra agendas y almanaques que daban a los clientes de regalo. Los hay de 1901. También guarda con mimo una edición del discurso pronunciado por Juan Pasalodos y Roldán el 3 de enero de 1842 con motivo de la apertura de la Audiencia de Burgos. Gramáticas, obras religiosas, agendas y calendarios...«En Polo se ha impreso de todo», apunta María del Ángel.

Estirpe impresora

Pascual Polo y Palacios, nacido en Burgos en 1807, es considerado uno de los impresores más notables de Burgos. En el libro Historia de la imprenta en Burgos y provincia, Domingo Hergueta señala que fue quien introdujo la estereotipia en la ciudad para aplicarla a la edición de sus escritos. «En la tipografía, cuando aún no eran conocidas en España las máquinas de imprimir, ideó e hizo construir una de grandes dimensiones, sustituyendo el cuadro por el cilindro. Como los antiguos impresores, fue un humanista inteligente y un verdadero literato, ya que había estudiado listín y humanidades en el Convento de San Pablo», describe Hergueta.

En sus inicios contó con una máquina Vitoria, otra alemana y una satinadora. En 1841 arrendó la imprenta de la Catedral por 800 reales al año, fue impresor del Prelado de Burgos y del Cabildo Metropolitano. La imprenta de Polo tuvo su primera sede en la calle de la Paloma, 34.En 1857 se trasladó a la calle del Arco del Pilar, 10, para, en 1879, asentarse definitivamente en su ubicación actual, en la calle de LaínCalvo, 61, de la mano de su hijo Pedro, que siguió con el negocio familiar. Desde 1895 imprimió el BoletínEclesiástico, la Epacta, las novenas a Santa Casilda y otros encargos de índole religioso.

Con el cierre de Polo se pone fin a una aventura comercial que se ha prolongado a lo largo de tres siglos, de casi doscientos años. La calle Laín Calvo se quedará huérfana de uno de sus establecimientos más significativos, testigo de la historia de una ciudad. La imprenta del tiempo sella sobre el papel de Polo la palabra Fin.