La venta de antidepresivos sigue al alza, a pesar del copago y los genéricos

G.G.U. / Burgos
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La administración mediante receta de estos medicamentos se incrementó en un 2% tras la modificación del pago

Algunos antidepresivos se prescriben para dolores crónicos. - Foto: Alberto Rodrigo

La venta y el consumo de fármacos antidepresivos sigue incrementándose en la provincia, incluso después de que en julio de 2012 se introdujera el denominado copago farmacéutico, que por primera vez obligaba a los pensionistas a pagar parte de sus medicamentos y establecía un cobro en función de los ingresos anuales para el resto de los usuarios. Esta novedad tuvo consecuencias casi inmediatas:la Administración consiguió reducir el presupuesto que destinaba a financiar la adquisición de medicamentos y, al mismo tiempo, se constató que había personas que renunciaban a adquirir fármacos que antes de tener que sacar la cartera si se llevaban de las farmacias. Esta situación también se dio con los antidepresivos, pero, a pesar de todo, el consumo en Burgos sigue siendo un 1,9% más alto al registrado antes de la aplicación del copago.

Fuentes oficiales de la Consejería de Sanidad explicaron que en el año 2010 se habían dispensado 244.197 cajas de fármacos antidepresivos mientras que al año siguiente fueron 257.669, lo cual supuso un incremento del 5,3% al cierre del ejercicio. Al año siguiente, 2012 (última fecha con datos oficiales disponibles), se suministraron con receta médica un total de 248.960 envases, lo cual implica una disminución con respecto a los datos de 2011, pero sigue siendo superior a los registrados en 2010.

Hay que tener en cuenta que este tipo de fármacos no solo se les administran a las personas con un diagnóstico de depresión, sino que también se suministran en casos de trastorno de conducta alimentaria o en otros mucho menos graves como insomnio o dolores crónicos como jaquecas o fibromialgias. Es decir, que abarcan un amplio espectro de dolencias y también de edades: ahora se prescriben tanto para adolescentes como para ancianos. Además, los antidepresivos no son productos que puedan tomarse de forma esporádica; hacen efecto a largo plazo y, por lo tanto, suelen suministrarse durante períodos de tiempo de más de seis meses.

Pero si bien es cierto que esta podría ser la explicación ‘oficial’ al porqué del continuo incremento, también está la ‘oficiosa’: si alguien con problemas para conciliar el sueño consigue hacerlo gracias a una pastilla, siempre demandará que le den algo para poder dormir. Y eso que muchos fármacos antidepresivos no crean tanta dependencia como otros que, igualmente, cada vez están más demandados. Incluso cuando ya no hay motivo médico o de salud que lo justifique: es el caso de los ansiolíticos o tranquilizantes para la ansiedad o para los cientos de menores diagnosticados de trastorno por déficit de atención con hiperactividad, que empiezan desde muy niños.

Y a estos dos grandes grupos habría que añadir los medicamentos incluidos dentro de los estupefacientes como, por ejemplo, la morfina. Están dirigidos a paliar o  mitigar el dolor en enfermedades graves: cánceres, artrosis duras... Este tipo de productos se suministran con estricto control por parte de las farmacias, que han de mantener un registro en el que después de cada venta se detalla cuantos envases tenían antes y cuántos tienen después, así como datos personales de la persona que los adquiere.