«Aunque el machismo persiste, se puede combatir»

I.L.H. / Burgos
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Clara Janés • Poeta, traductora y miembro de la RAE

Hija del editor y poeta Josep Janés, nació en Barcelona en 1940. Es autora de más de veinte libros de poesía, entre ellos Kampa, Vivir, Rosas de fuego, Arcángel de sombra y Los secretos del bosque. Y una reconocida traductora, Premio Nacional, en especial de autores checos como Vladimír Holan y Jaroslav Seifert.

Clara Janés es conocida por su faceta de traductora, por sus obras de poesía y por las investigaciones realizadas sobre el talento femenino y distintas áreas del conocimiento. En su último libro, Guardar la casa, cerrar la boca (Siruela) la autora descubre que el primer escritor de nombre conocido fue una mujer (la sacerdotisa acadia Enheduanna) y que hubo miles de amazonas y cruzadas que lucharon en las tropas. Pero la décima mujer elegida académica de la RAE es también autora de una antología de Santa Teresa, Poesía y pensamiento. De la mística abulense habló ayer en la Sala Polisón dentro del ciclo organizado por el IMC, el Arzobispado y la UBU.

¿Es cierto que los primeros versos que le impactaron ¡a los 6 años! fueron Vivo sin vivir en mí,/ y tan alta vida espero, / que muero porque no muero?

Así es. En aquella época nos preparaban para la Comunión y nos leían estas cosas. Lo que pasa es que depende del niño, capta o no capta algo. Y yo captaba, entre otras cosas porque vivía al lado de un monasterio de clarisas, mi madre era íntimamente amiga de la organista e íbamos allí muchos días -ríe-. Entonces, claro, siempre se hablaba de cosas religiosas.

¿Recuerda qué es lo que «captó» de esos versos a esa edad?

Perfectamente. Capté sobre todo lo de Vivo sin vivir en mí porque he tenido una vida especial desde muy pequeña, y tengo muchos recuerdos de aquellos años. Estaba siempre con personas mayores, con artistas e intelectuales, que no entendía bien del todo, aunque me fascinaban. Y cuando empecé a ir al colegio no conseguí conectar con nada; llegaba a casa y me ponía a llorar, cogía papel y lápiz y se me pasaba. Así que el sentimiento de ‘vivo sin vivir en mí’ lo tenía ya desde esa edad.

¿Fue después una de las primeras figuras a las que quiso acceder por elección?

No, la verdad. Al ser hija de un editor estaba rodeada de libros:algunos los celebraba, por ejemplo, la literatura y poesía inglesa, pero otros los rechazaba. ¡Había 25.000 libros en mi casa y me daba mucho miedo! Pero la solución fue meterme dentro de esa biblioteca. Entonces me interesaban libros como Dioses, tumbas y sabios, sobre la arqueología y la historia del arte. Más que leer, miraba. Y me sabía de memoria todo Botticeli y Miguel Ángel. En la literatura no me adentré hasta la universidad. Y ahí tuve una fascinación absoluta, pero por San Juan de la Cruz. Santa Teresa vino después al hacerme amiga de Marcelle Auclair, que hizo una biografía fantástica -fue la primera mujer que entró en el carmelo- y a través de ella lo leí todo.

¿Qué ha supuesto la obra de Teresa de Ávila en su trayectoria?

Va significando cada vez más. Al principio tenía un epistolario con Auclair y hablábamos mucho de su obra. Pero me interesaba no tanto como lo ha hecho con el tiempo. Cuando me dieron el Premio Nacional de las Letras Teresa de Ávila -que por cierto soy la única mujer que lo tiene, cosa paradójica, francamente- me empapé de ella. Sobre todo el estudio conjunto de San Juan de la Cruz y Santa Teresa; me interesa muchísimo y cada vez lo entiendo más. También me ayuda que a medida que han pasado los años he ido traduciendo a místicos sufíes, y hay muchos puntos de coincidencia.

¿Se imagina que, como ahora con Pío Baroja, se pudiera publicar algo inédito de la Santa?

Sería interesantísimo. Algo que fuera tan subversivo que la Inquisición hubiera escondido -ríe-.

En este centenario de Santa Teresa se ha reivindicado a la mujer escritora y pensadora...

...Desde luego. Se está empezando a ver de una manera mucho más normal. Hubo un momento en el que se decía que tenía ataques de histeria, pero ahora se reinterpreta en su realidad auténtica.

Es curioso que en cuanto una mujer destacaba se la tachara de loca, como a Juana de Castilla, o de histérica.

En la época de Santa Teresa todavía había médicos y eruditos que se preguntaban si la mujer ¡era un ser humano! ¿Pero esto qué es! Primero que la mujer no tenía alma, luego que no era un ser humano... Es que había un machismo tremendo, que todavía sigue pero ya de una manera que se puede combatir. Lo de Juana La Loca es terrorífico.

Dice que hay un machismo que se puede combatir. ¿No cree que queda mucho por hacer? Mire su libro Guardar la casa y cerrar la boca, que ha descubierto a importantes mujeres silenciadas.

Bueno, queda mucho, pero hay cosas que se pueden ir haciendo. Y se encuentran puntos de apoyo. El libro, que es una frase de Fray Luis de León, salió en enero, se está agotando la segunda edición y todavía me hacen entrevistas. Eso quiere decir algo.

...Quiere decir que es tremendo que a estas alturas no supiéramos que el primer escritor fue una mujer, que hubo muchas que luchaban...

Sí, cierto, pero hacer el libro y que en lugar de ocultarlo se hable de él, es importante. Se están dando a conocer cosas interesantes. Creo que es un momento bastante fértil. De todas formas vamos a seguir trabajando y a seguir descubriendo a mujeres maravillosas.

¿Hay para otro libro?

Bueno... he encontrado alguna más -ríe-.

Deme alguna pista.

No, es un secreto. Siempre voy recogiendo porque ¡me sorprende tanto...! Que un señor combatiera con 2.000 amazonas... no me digas que no es sorprendente.

¿Qué tal sienta el sillón U de la RAE?

Ahí estoy, haciendo el discurso. Todavía tengo que presentarlo y nombrar quién me contesta.

¿Ya ha pensado por dónde irá el discurso?

He tenido mucha suerte porque hay que hacer un elogio de quien ocupaba antes el sitio y Eduardo García de Enterría, catedrático de Derecho Administrativo, era un tío fantástico. Escribió De montañas y hombres, que es la geografía española acompañada de hechos históricos. Por ejemplo, el viaje que hace Carlos V a Yuste partiendo de Valladolid. Es una preciosidad. De ahí estoy sacando cosas y estructurándolo.

Usted es barcelonesa, ¿cómo ve el conflicto de Cataluña?

Te diré que procuro no mirarlo. Yo soy al estilo romano, que la unión hace la fuerza. Y de ahí no me sacas.

¿La unión de España, de Cataluña o de qué?

Del país y del mundo. Soy española, mediterránea, europea...

¿El conflicto requiere una respuesta política o judicial?

Hay un malestar político tan grande en el mundo que crea una confusión general. Habría que empezar por limpiarlo todo. Y todo quiere decir Europa, Asia, América... Esto es una cosa más.