La regla sale del armario

Angélica González / Burgos
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Una moción de la CUP en Manresa sobre alternativas ecológicas a las compresas y tampones ha traído a la primera línea informativa por unos días la desconocida copa menstrual y el propio periodo, este proceso fisiológico que para muchos es un tabú

Por si la población no estuviera entretenida con la actual situación política del país, de vez en cuando los partidos, que tanto se desvelan por la ciudadanía, ofrecen más ideas para animar el debate. Esta vez ha sido la CUP (Candidatura de Unidad Popular) la que ha venido a poner la cosa aún más interesante. Y ha sido a través de la menstruación, ese proceso fisiológico por el que pasa la mitad de la población del mundo, pese a lo cual está tan escondido como hace 50 años, tal es así que las redes sociales vetan cualquier referencia al sangrado mensual femenino (el pasado verano, por ejemplo, Instagram retiró una imagen muy cotidiana de una joven dormida cuyo pijama estaba manchado). El grupo independentista llevó al Pleno del Ayuntamiento de Manresa (Barcelona) una moción para que el Servicio de Atención e Información a las Mujeres de esa ciudad ofreciera -sobre todo a la población más joven- alternativas ecológicas a las compresas y los tampones, entre ellas las esponjas marinas, las compresas de tela y las copas menstruales «por ser todas ellas mucho más respetuosas con el medio ambiente».
Esto, que no deja de ser una noticia local ha traspasado la frontera catalana y ha puesto a las copas en primera línea informativa. Tal es así que se ha disparado el interés por este dispositivo que no absorbe la sangre sino que la recoge. Y entre todos los modelos que existen en el mercado uno de ellos está creado por la burgalesa Elma Saiz Elena, una emprendedora que se alegra de que la copa se haya puesto de moda «aunque haya sido por una moción de la CUP».
Hace un par de años, Elma -que hacía tiempo que utilizaba esta alternativa para la regla- diseñó la suya propia, mejorando las pegas que había visto como usuaria. Y puso en marcha Pinkcopa, un negocio que le va bastante bien aunque no tanto como quisiera porque tiene que compaginarlo con un trabajo y la crianza de dos hijos. Y es que es tan entusiasta con su ‘invento’ que no habrá mujer que no quiera ponerse una copa cuando Elma le cuente de qué se trata y qué ventajas tiene.
La copa menstrual es un recipiente de silicona médica hipoalergénica que se inserta en la vagina durante la menstruación para depositar el flujo menstrual. A diferencia de los tampones, que también se usan internamente, la copa no absorbe la sangre sino que  queda contenida en el interior del dispositivo hasta que se extrae de la vagina y se desecha el líquido.
Aunque a muchas personas se lo parezca, esto no es ninguna novedad. En la web de la propia  Elma Saiz (www.pinkcopa.com) se recuerda que las primeras copas se empezaron a producir industrialmente en la década de los 30 del siglo pasado. Su actual resurgir tiene que ver con una mayor concienciación sobre el medio ambiente. «¿Alguien se hace una idea de la cantidad de compresas y tampones que desechan las mujeres del mundo entero todos los meses?» Una barbaridad. 
Hagamos un cálculo aproximado. La menarquia (primera regla) suele aparecer en las españolas entre los 10 y los 12 años y la menopausia alrededor de los 50. Son, aproximadamente, entre 35-40 años de reglas mensuales teniendo en cuenta la excepción de hipotéticos embarazos y sus respectivos periodos de lactancia. Pongamos 35 años, que son 420 meses; pongamos una duración media de 5 jornadas, que son 2.100 días menstruando y utilizando alrededor de 6 compresas o tampones diarios. Esto hace un total 12.600 complementos higiénicos por mujer. Preparen la cuenta de los desechos que los poco menos de 23 millones de españolas (es la cifra que da el INE para 2014, a la que hay que quitar a las peques y las mayores) producen y luego multipliquen por el resto del mundo. «Un duro palo para el medio ambiente porque las compresas y los tampones están hechos con componentes químicos, que, por otro lado, tampoco son muy buenos para la salud».
Por no hablar del gasto. Cada paquete de compresas y tampones no baja de los 4 ó 5 euros (si se multiplican por los 12.600 por mujer citados anteriormente son alrededor de 56.700 euros durante toda la vida fértil) , y son necesarios también otros productos de higiene íntima como los salvaslips. Todo ello, por supuesto, con un IVA del 10%, el mismito que se aplica a las antigüedades. Sustos  que da la calculadora. Esa es otra de las bazas que juegan las pro-copa como Saiz Elena, que explica que la suya, claro, es mucho más cómoda que las otras existentes en el mercado, entre otras cosas, porque no tiene ningún logotipo que pueda impedir su limpieza (después de usarla hay que desechar la sangre y lavarla con agua; ella, además la hierve unos minutos y la guarda en papel film hasta la siguiente regla). Cada una cuesta entre 20 y 25 euros pero se amortizan una barbaridad porque pueden durar hasta siete años. 
¿Y se van acostumbrando las españolas a la copa? Bueno. Donde más éxito tienen es en las ferias de biocultura, reconoce Elma Saiz, pobladas de gente alternativa, y poco a poco entre las mujeres que las prueban. Pero no hace falta ir a una cita ecológica sino que también se pueden encontrar copas en varias farmacias burgalesas. Están en las boticas pero no son un producto sanitario porque el Gobierno considera que siendo la menstruación un proceso fisiológico natural, lo que se utilice en esos días no son  más que productos de higiene personal.
Para la matrona Begoña Gil, expresidenta de la asociación castellano y leonesa de estas profesionales, es una buena alternativa a compresas y tampones «como cualquiera que permita ser más libre a la mujer cuando está menstruando» y se alegra de que el tema haya aparecido en primera línea de los medios -aunque sea por poco tiempo- ya que, a su juicio, la regla sigue siendo un tabú, «cuando es la máxima expresión de la salud de una mujer». Gil es partidaria de que se hable de este proceso con total naturalidad a las niñas que estén cercanas a la edad en la que se va a producir. «Lo ideal es que lo hagan sus madres pero si éstas tienen dudas no tienen que pensárselo dos veces y preguntar o al pediatra o a la enfermera».
Reconoce que a las edades a las que aparece la primera regla, muchas niñas no tienen la madurez suficiente para comprender el proceso. Por eso, Gil apuesta por palabras sencillas e imágenes positivas: «Para que no se alarmen o se preocupen hay que contarles la importancia que tiene la regla porque al tenerla el cuerpo está hormonado y las hormonas son fundamentales para una futura maternidad pero también  para la belleza. Son un síntoma de salud y no una desgracia». Aunque a veces duela. Porque eso pasa. Pero Gil recuerda que en estos casos se debe consultar con un profesional, de Ginecología o una matrona, y que en el mercado existen fármacos específicos para mejorar la calidad de vida en esos días.