Los bocetos de Vela Zanetti de la ONU se exhiben en el Reina Sofía

R. Pérez Barredo / Burgos
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Forman parte de la exposición Campo cerrado. Arte y poder en la posguerra española. 1939-1953, que trata de analizar el arte español de los años 40, un periodo poco estudiado. Son cerca de 1.000 piezas de más de 200 autores

José Vela Zanetti pasó nueve meses realizando bocetos, dibujos y estudios previos para la que sería, a la postre, su obra maestra, su más universal legado: el Mural de los Derechos Humanos, el gran icono artístico de la sede de la Organización de las Naciones Unidas, en la ciudad de Nueva York. Cuatro de esos bocetos pueden verse estos días en el Museo Reina Sofía. Forman parte de la recién inaugurada exposición Campo cerrado. Arte y poder en la posguerra española. 1939-1953, muestra que trata de analizar el arte español de los años 40, un periodo escasamente estudiado. A partir de un trabajo de investigación realizado a lo largo de más de tres años, la exposición aporta abundante material inédito procedente de más de 100 colecciones y archivos tanto públicos como privados. Cerca de 1.000 piezas de más de 200 autores componen una exposición que cuestiona algunos tópicos de la actividad artística durante la década de los cuarenta.
En el caso de los bocetos, hace muchos años que no son expuestos. Buena parte de ellos se perdieron cuando el pintor burgalés se los envió a la Fundación Guggenheim, de ahí que estos supervivientes sean tan importantes. Se trata de obras que permiten observar cómo el mural se fue transformando hasta su confección definitiva. Se trata de la plasmación del deseo que el artista de Milagros había definido «como un grito latente de protesta por los sufrimientos y las víctimas causadas por las conflagraciones modernas, una exaltación de la masa consciente y de los principios de la Carta de las Naciones Unidas». 
Vela Zanetti aspiraba a que todas aquellas personas que contemplaran el mural se dieran cuenta «de que la paz hay que ganarla, no una vez para siempre, sino todos los días, recordando los sufrimientos del pasado y haciendo realidad lo que los hombres aspiran para el futuro. (...) Los murales hablan en silencio de paz y son, posiblemente, mejores maestros que los libros».
 
Una completa muestra. Campo cerrado. Arte y poder en la posguerra española. 1939-1953, que podrá verse en la pinacoteca madrileña hasta el 26 de septiembre, parte del final de la guerra civil, llegando a los inicios de la década de los 50, cuando puede vislumbrarse en muchos sentidos un cambio de ciclo. Según la comisaria María Dolores Jiménez Blanco, «el período entre 1939 y 1953 fue, sin duda, un tiempo marcado por el miedo y el silencio pero ni siquiera las dificultades ideológicas o materiales lo redujeron a un desierto. Tampoco consiguieron aislarlo ni del exterior ni del pasado. Probablemente, el principal hallazgo de esta exposición es la variedad y la trascendencia de lo ocurrido en un período tradicionalmente considerado como un páramo».
La muestra aporta abundante material inédito procedente de más de 100 colecciones y archivos, tanto públicos como privados. Cerca de 1.000 piezas (unas 100 pinturas, 20 esculturas, 200 fotografías, 200 dibujos, bocetos teatrales, 26 filmaciones, 11 maquetas, 200 revistas y diversos materiales documentales de archivo), de más de 200 autores, componen la exposición. De una parte, se combinan panorámicas generales con casos de estudio y obras conocidas con otras rescatadas del olvido. De otra, se incluyen piezas de características muy diversas, en ocasiones inéditas para la historia del arte. El resultado cuestiona tópicos como la escasez e irrelevancia de la actividad cultural o
artística durante la década de los cuarenta, y esboza una imagen de la época que se resiste a las esquematizaciones.
Algunas de las obras han sido adquiridas por el Museo Reina Sofía de forma específica para esta ocasión (caso de Pascual de Lara, Tàpies o Luis Castellanos) y algunas no han sido expuestas al público desde los años 70, como ocurre con los bocetos de Vela Zanetti o del retrato del embajador Juan Francisco Cárdenas, de Salvador Dalí, un cuadro muy expuesto en los 40 y en paradero desconocido desde hace casi tres décadas. Además, la exposición reúne obras de relevantes artistas. Existen piezas de Picasso, Miró y Dalí, y la manera de mostrarlos explicita su diferente relación con el contexto: Picasso en una sala monográfica en el capítulo de exilio; Miró, con un espacio propio que actúa de antesala a la renovación interior de finales de los cuarenta, y Dalí incorporado tanto al teatro como a la oficialización de lo moderno en el contexto de la Bienal Hispanoamericana.
 
Recorrido expositivo. La muestra que se acaba de inaugurar en el Museo Reina Sofía propone un mapa con varios caminos posibles y complementarios, que tienen en cuenta las cronologías pero no se someten a la linealidad temporal. Para ello se apoya en bloques temáticos relacionados con aspectos clave de la época que funcionan como capítulos autónomos, aunque entre ellos existan conexiones y encadenamientos. Para reconstruir aquel periodo, la exposición se estructura en las siguientes secciones: Una nueva era; Retornos y Academias; Campo y ciudad; La irrupción de lo irracional. El postismo; Intervalo teatral;Exilios; Arquitecturas; Primitivo, mágico, oscuro; y Apropiación oficial de lo moderno.