«La Constitución puede cambiarse. Pero hasta entonces es sagrada. Y no se la salta ni San Pedro»

R. Pérez Barredo / Burgos
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José Luis Corcuera, el exministro del Interior burgalés, hoy reconvertido en feroz tertuliano de televisión, analiza para DB la actualidad política. «Para arreglar los problemas de España lo mejor es una gran coalición»

José Luis Corcuera (Pradoluengo, 1945) fue sindicalista y ministro socialista del Interior entre 1988 y 1993. Desde entonces, había abandonado la escena pública, a la que ha regresado como feroz tertuliano de televisión por una sola cuestión: «Cuando se empezó a plantear con una crudeza fuera de lo normal la ruptura por parte de los políticos catalanes de España. Y cuando, consecuencia de ello, mi partido empezó a hablar de Estado Federal y de cambiar la Constitución. Volví a la escena pública porque tenía necesidad de defender en lo que creo profundamente». No se muerde la lengua ni evita tema alguno. Más que claro, es transparente. Reparte estopa a diestro y siniestro. A propios y a extraños. Huracán Corcuera. 
 
Con el país preparando unas nuevas elecciones, el diagnóstico del exministro es que España «tiene serios problemas. Hay fuerzas políticas que están planteando problemas territoriales al conjunto de la sociedad española.Tiene situaciones derivadas de la crisis económica que hay que tratar de ir resolviendo, fundamentalmente por aquellos ciudadanos que más han pagado esa crisis. Y tenemos por delante retos fundamentales: que el futuro asegure unas pensiones contributivas dignas, para lo que hay que hacer un gran esfuerzo colectivo; que se cree empleo estable y que éste cotice a la Seguridad Social... Fíjese si hay retos como para que los partidos políticos pongan por encima de sus intereses los intereses colectivos. Y creo que hasta ahora eso no ha ocurrido.Esperemos que lo que no se ha hecho ahora se haga después de las elecciones».
Le hubiera gustado equivocarse cuando hace mucho tiempo dijo públicamente en varios programas que no veía solución «a un acuerdo que unos llaman progresista y otros de cambio. Aunque a la vista de lo que hacen y dicen algunas de esas izquierdas, más que progresistas parecen reaccionarias. Los papeles están bastante cambiados en esta España de hoy». Nada que ver con su época en la primera línea de la política, de la que asegura ha cambiado mucho desde que él se fue.«Esto que se llama nueva política... Deberían pedir consejo a algunos mayores. Porque la política no es un producto de laboratorio. La política tiene que ser algo enraizado en la sociedad.Debe conocer los problemas de la gente, no inventárselos».
Admite añorar los viejos tiempos. «Cuando estoy con antiguos compañeros sí evocamos aquellos tiempos. Y sí los añoro. Yo he tenido una enorme fortuna. Hay quienes proclaman lo mucho que han hecho por la política. Y yo tengo que decir lo mucho que la política ha hecho por mí». 
 
Podemos-Partido Popular. Habla de la nueva política con cierto desprecio y no se considera azote de Podemos, aunque crea que es un partido que emana toxicidad. «No soy azote de Podemos. Lo que no me gusta es que se digan cosas contrarias a las que uno es. No puede uno aparecer como socialdemócrata danés un día, como rojo estalinista al otro, como marxista leninista el siguiente... No se puede apoyar a Venezuela y hablar de derechos humanos, etcétera. Se hacen trampas en el Solitario. O, por lo menos, yo las veo. Y las denuncio. No me parece una opción política buena para mi país. Creo que no hay un partido homologable al de Podemos en Europa que esté gobernando. ¡Ni Syriza es Podemos! Si lo fuera, harían recortes como se está haciendo en Grecia. No me gusta Podemos. Porque no me gustan los extremismos. Me parecen reaccionarios, no progresistas. Y cuando mi partido habla de dialogar, de hacer política transversal, de no poner vetos... No puedes ignorar a casi un tercio de los ciudadanos españoles que han votado a la derecha. Lo que es normal en Europa debería ser normal aquí». 
A este respecto, no sólo no ve con malos ojos un pacto con el PP, sino la solución. O la mejor solución al puzle actual. «Creo que para resolver los problemas que tiene España es mejor una gran coalición aunque uno de los dos esté en la oposición, sea el PP o el PSOE; pero que en los asuntos fundamentales se pongan de acuerdo. Veo mejor eso que una coalición de esas que llaman de izquierdas o progresista». ¿Quién perdería más con un posible pacto entre PSOE y Podemos? Para Corcuera parte del problema radica en esa lectura. Para el veterano socialista burgalés el interrogante debería ser otro bien distinto: «¿Cuánto perderían los ciudadanos? Es que los partidos políticos son un instrumento al servicio de los ciudadanos.Cuando los partidos se ponen de acuerdo lo que hay que poner en valor es el servicio que prestan a los ciudadanos. Y si éste es bueno, los ciudadanos no castigarán a nadie. Pero si es malo, castigarán a todos o a unos más que a otros. El partido no es un proyecto en sí mismo.Es un proyecto puesto al servicio de los ciudadanos. Si, como decía Ramón Rubial, el PSOE no sirve a los ciudadanos, ¿de qué coño sirve el PSOE?».
Sin embargo, tiene igual de claro que un acuerdo PSOE-Podemos no sería bueno. «Porque es antagónico. Hay partidos que son más europeístas que otros -y yo defiendo que España y los españoles estén en ese proyecto común- y otros que piensan que eso no es del todo cierto y son críticos, caso de Podemos. Y porque tenemos un proyecto que es fundamental: que somos constitucionalistas. Hay partidos que defienden la unidad de España y que cualquier decisión sobre modificaciones constitucionales ha de ser cosa de todos los españoles, no de unos pocos.Eso es crucial».
 
Las nuevas elecciones. Los comicios de junio no cambiarán, en su opinión, el panorama. «El resultado será parecido. Alguno perderá algún diputado, alguno lo ganará. Pero será parecido. Y seguirá siendo necesario que se haga lo que ahora no se ha hecho». Para Corcuera, el nuevo escenario surgido de las urnas de diciembre no es el final del bipartidismo. «Ciudadanos ha cogido votos del PSOE y del PP. Y lo cierto es que estamos en presencia de un bipartidismo imperfecto. Pero la verdad es que la suma de PP y PSOE da un número altísimo de diputados. Eso de que se ha acabado el bipartidismo no es verdad. Se ha roto, en cualquier caso, para que gobiernen de manera individual, sin ayuda de otros. ¿Quién conocía en Burgos al actual diputado de Podemos? ¿Conocía él Burgos? ¿Viene a menudo? Pues ya está todo dicho. Es cierto que cuando yo era diputado tampoco vivía en Burgos, pero yo había nacido aquí. Había pasado muchos años con lo que eran mis orígenes. Yo siempre he dicho que soy de Burgos aunque haya pasado parte de mi vida en Portugalete (Vizcaya)». 
 
El PSOE en su laberinto. Su partido tocó fondo en las últimas generales. Sin embargo, ha encabezado la posibilidad del cambio. Corcuera se muestra pesimista con lo ocurrido. «Hay algunos que son optimistas porque destacan que ha demostrado predisposición... Ha habido mucho postureo en los últimos dos meses. Mucha rueda de prensa. Mucha firma que parecía el Pacto de Versalles. Y ha habido torpezas que solamente pueden ser producto de la falta de experiencia». ¿Un bisoño, Pedro Sánchez? El histórico socialista es rotundo: «Si yo intento pactar a tres y además acuerdo quién es el primero que entra en la reunión, cómo se sienta en la mesa cada uno, quién es el primero en dar la rueda de prensa tras la reunión. Y si el tercero soy yo y el segundo me dice que la da el día siguiente, yo no doy la mía hasta que no lo haga el otro, no vaya a ser que diga una tontería y venga al día siguiente el susodicho Pablo Iglesias a darme un zurriagazo donde más duele. No puede salir el representante del PSOE diciendo que es difícil pero que hay expectativas y más tarde el de Podemos diciendo lo contrario. Eso es falta de experiencia. Ya he dicho alguna vez que a mí la política de laboratorio no me gusta. A mí me gusta la política con raíces». 
Para alguien que vivió mayorías absolutas del PSOE resultaba inimaginable unos resultados tan catastróficos como los del 20-D. «Yo nunca imaginé que pudiéramos tener el peor resultado de la historia de la democracia. Aunque bien es cierto que desde las últimas elecciones de Zapatero hemos estado perdiendo aproximadamente unos 3.000 votantes al día. No, no lo imaginé. Pero menos aún que la dirección a la que la ocurrió eso no asumiera la responsabilidad. Yo sé lo que hicieron otros.Sé lo que hizo Rubalcaba, sé lo que hizo Almunia con un resultado mucho mejor. Pero lo que más me extrañó fue escuchar la noche electoral ‘hemos hecho historia en el pasado, estamos haciendo historia en el presente y seguiremos haciendo historia en el futuro’. Sí, pero en el ínterin que hay entre el presente y el futuro tú te vas a casa a pensar».
Más que una refundación del partido, el histórico dirigente cree que el PSOE necesita pensar en un proyecto viable para el país. «Y necesita dar la batalla ideológica a aquellos que desde su izquierda pretenden ponernos en el lugar que no nos corresponde. El PSOE ha renunciado a dar la batalla. El debate contra Podemos debe ser ideológico. Y ahí hay que saber decirlos -a ellos y a quienes les votan- que están equivocados.Que esa no es la modernidad ni lo que conviene a España. Ese debate ideológico es lo que yo ahora echo en falta.
Lo de consultar a las bases, sí y no. O depende. Con excepciones: «Consultar a las bases me parece bien, excepto cuando el hecho de consultarlas es trasladar una responsabilidad que debe ser asumida por los dirigentes. Puede ser positivo o escandaloso. Cuando se elige a una dirección se la elige para que asuma responsabilidades. No para que cuando tenga un problema se lo resuelvan otros». No le gustó la última consulta, en la que no participó porque creía que no había que hacerla y porque la pregunta era, a su entender, incorrecta. 
Asegura que el liderazgo de Pedro Sánchez dependerá de los resultados de las nuevas elecciones, «a las que con seguridad será candidato. Dependerá de eso y de que otros compañeros con más raíces en el partido tomen la decisión de presentarse». (¿Susana Díaz?) «Puede ser Susana, que sin duda tiene más raíces en el partido que quienes están ahora en la dirección, o cualquier otro. Conozco a pocas personas de la actual dirección. Conozco a Óscar López, que ha tenido grandes éxitos electorales siempre que se ha presentado por Castilla y León... Conozco a César Luena, a Antonio Hernando... Sé el tiempo que llevan en el partido, cómo entraron...En fin, sé de sus anteriores dedicaciones o de su ausencia de anteriores dedicaciones... En el PSOE ha habido épocas, incluso con mayorías absolutas, donde los mayores gozaban de un gran respeto y a quienes se tenía en consideración. Yo, que me considero ahijado de Ramón Rubial, siempre le pregunté cuando tenía alguna duda.Supongo que algunos preguntarán, tal vez a Felipe, supongo, pero tampoco sé si lo suficiente».
 
La corrupción. Los casos de corrupción comenzaron a sacudir los cimientos de la democracia en su época de ministro. Asumiendo que es una triste realidad, considera que a veces se exagera. «A veces un caso o supuesto asunto sale 300 veces en la televisión y parece que son 300 diferentes. Es verdad que hay problemas, entre otras cosas por la condición humana, que es como es. Yo nunca me distinguiré por hacer leña del árbol caído. Jamás. Un respetable hombre del PSOE solía decir con  frecuencia que a veces había que utilizar la caridad cristiana. Fue presidente del Parlamento y se llamaba Gregorio Peces-Barba.A mí me gusta la prudencia y que la justicia haga su trabajo. Lo que me gustaría es que si a un juez se le ve en una terraza tomando un gin-tonic con la acusación particular se dé explicaciones. Porque no es normal. Me refiero al Caso Nóos. A estos que la sociedad llama justicieros y enseguida pone en un altar nadie les pide explicaciones. Y esos justicieros a menudo les ponen en un altar los medios de comunicación, que jamás hacen autocrítica».
Autocrítica, subraya, supo hacer él, que fue de los pocos personajes públicos que ha dimitido varias veces de otros tantos cargos. «Cuando he tenido que reconocer algo no he dudado en hacerlo. Y si me te tenido que marchar lo he hecho. Lo que quiero decir es que a veces a la sociedad la empujamos a conceptos que tienen más que ver con la Inquisición que con la vida en democracia. En un país democrático hay que esperar a que actúe la justicia. No hay nadie que deje de ser inocente mientras no se demuestre lo contrario.Aquí condenamos antes de tiempo». 
 
El asunto territorial. Para el exministro el problema de Cataluña se arregla de manera sencilla. «Con la ley. Y leyendo a Ortega, a Azaña. Cuando uno lee a estos personajes se da cuenta de que somos muy propensos a tropezar siempre en la misma piedra. Cuando una vez se habló de descentralizar España apareció el cantonalismo y hubo que combatirlo en Cartagena a cañonazo limpio.Cuando en la II República el gobierno catalán se sublevó, hubo que sofocarlo... Si es que esto no es la primera vez que ocurre. Debiéramos aprender de nuestros errores para no volver a caer en ellos. Cataluña como territorio no tiene ningún problema. Los problemas siempre los han creado los políticos catalanes; fueron estos los que se sublevaron contra la II República, los que decidieron establecer per se una república catalana, algo que hubo que arreglar con muchos muertos; fueron los que durante la guerra hicieron lo que les salió de las narices sin contar con la opinión del Gobierno... Es decir, que todo esto ya lo hemos tenido. Cuando se pudo, se actuó con la legalidad. Yo no me siento más cómodo contestando a esto que diciendo ‘con la legalidad’.Eso es hacer política. Hay otros que cuando dicen que esto se arregla haciendo política se refieren a chanchullos. Utilizar la política al margen de la ley es hacer chanchullos: dándoles más dinero, haciendo un estatuto privilegiado, haciendo una reforma de la Constitución... No estoy nada de acuerdo en esto.La actual Constitución es la única que se ha votado. La única. Y para cambiarla hay procedimientos. Que se usen. Pero mientras no se cambie, esa Constitución es sagrada. Y no se la salta ni  Puigdemont, ni la Cup, ni San Pedro».
Y si la Constitución no se cambia sucederá, asevera Corcuera, «lo que ellos quieran. Aplicando la legalidad no debería pasar nada. Si pasa algo, será porque hay unos políticos que se quieran saltar la legalidad.Será su problema. Habrá respuesta legal para ellos». Sí concede que la Carta Magna puede ser modificada: «Se debería modificar el título octavo (que hace referencia a la organización territorial del Estado); pero no creo que deba cambiarse el título primero (derechos y deberes), ni el segundo (de la Corona), ni el tercero (Cortes Generales), ni permitirse que haya procedimientos constitucionales en los que, sin votar todos los españoles, unos se puedan marchar de España. Insisto. Cataluña no tiene ningún problema con España. Los problemas los han creado sus políticos. A mí, en este tema de la unidad de España, las medias tintas no me sirven para nada. Las medias tintas nos llevarán a la desgracia colectiva. En los temas territoriales no cabe ambigüedad posible».
España y ser español no es una cuestión de banderas para el expolítico burgalés. «Es querer al país que te ha dado la vida, en el que tú has nacido. Y eso es lo que ha fallado a lo largo de nuestra historia. Porque ha estado mal visto por las élites. Recientemente, un director de cine español dijo, recogiendo un premio, que no se había sentido español en su vida ni cinco minutos. Si soy yo el ministro que está allí, se lo retiro inmediatamente. Eso es lo que sobra en España. Esa Gauche Divine que se siente del mundo y de no sé qué, que no entiende de patriotismo, pero que recibe aquí las subvenciones. Yo sí me siento patriota español. ¿Y por qué no?».
 
Debilidad de los sindicatos. Corcuera, que fue sindicalista (y temido por varios ministros), cree que los sindicatos han perdido fuerza, presencia, influencia en los últimos tiempos. «Hay varios motivos. Probablemente de la época de la que me sienta más orgulloso me siento es de aquella como sindicalista.Es de la que más aprendí, entre otras cosas porque tuve maestros de primera. Defender a los trabajadores, teniendo siempre una visión global de los problemas... Creo que hay pocas cosas más satisfactorias. Los sindicatos han perdido fuerza porque han desaparecido muchos centros de trabajo. En España había concentraciones industriales muy grandes. Pero esos sectores, que eran muy combativos desde el punto de vista sindical, han ido evolucionando. Tenemos crisis en la minería...».
Considera que existe otra cuestión para explicar la pérdida de influencia sindical en la vida económica y social del país: «Creo que los sindicatos se han equivocado. Tienen que evolucionar. No se defienden hoy igual los intereses de los trabajadores que hace cuarenta años, como no se trabaja hoy igual que entonces. En tercer lugar, ha habido crisis. Con crisis el sindicalismo padece una barbaridad». 
 
Ley Mordaza&Ley Corcuera. La Ley de Seguridad Ciudadana que él promovió (la ‘Ley Corcuera’ o ‘Ley de la patada en la puerta’) levantó un revuelo similar a la aprobada por el PP, la ‘Ley Mordaza’? A este respecto, reflexiona así: «Me debiera de gustar lo que está ocurriendo y disgustar a tanto crítico como tuve yo sin razón. Porque ahora, todos los ‘rojos’ del país se han puesto de acuerdo en que la Ley Mordaza hay que quitarla para que quede vigente la mía. Lo cual no deja de tener huevos, como diría Trillo. ¿Pero sabes qué paso? Que los críticos de entonces no se leyeron la mía. Y apuesto a que esta tampoco. ¿Acaso hay algún problema para hablar en España, para decir lo que se quiera? Seamos serios. ¿Es que hay problemas para manifestarse? ¡Ninguno! El problema son quienes se embozan como los bandoleros y destruyen mobiliario urbano y tiran piedras a la policía. Eso no es libertad de expresión. Y eso hay que reprimirlo. 
 
ETA y el nacionalismo vasco. Corcuera tuvo que convivir en su época de ministro con una activa ETA, que mataba a discreción. Fueron años, además, de negociaciones. «La diferencia entre ser ministro del Interior ahora a serlo en el 88, cuando yo llegué, es absolutamente notable. Tuve algún año que -algunos decían que había sido bueno- con treinta asesinatos. Lo normal era tener cincuenta. Respecto de esto, quiero decir que la sociedad española tiene una deuda enorme con las fuerzas y cuerpos de seguridad del Estado. Lo que me indigna después de lo que ha pasado es que, por ejemplo, Otegi pase por ser el pacificador. Es de una indignidad terrible. Y que salga vivo de la reciente entrevista que le hicieron, también me indigna. Si soy yo el que se la hace le hubiera hecho retratarse mejor». 
Para el exministro, ETA fue derrotada por las fuerzas y cuerpos del seguridad y, en un momento determinado, la sociedad española, y por fin la vasca, harta de vivir atemorizada. «Tras el asesinato de Miguel Ángel Blanco la sociedad vasca cambió. Con posterioridad, hubo manifestaciones en Euskadi en las que se ponía en evidencia que la sociedad estaba hasta las narices de que pudieran pensar que era colaboradora de ETA. Como consecuencia de eso, los colaboradores de verdad disminuyeron. De ahí a lo que decía Otegi... La cosa tiene cojones. ¡Tiene cojones!».
Sobre el futuro papel de Otegi y el terreno que Podemos le ha ganado a la izquierda abertzale, Corcuera recela. «Podemos ha demostrado en Euskadi y Navarra sus simpatías por Bildu. ¿Qué puede ocurrir? Me podrán a mí los deseos más que la realidad. Hay que despejar la incógnita de que Otegi pueda ser candidato. La política en el País Vasco siempre ha estado muy repartida en votos. A mí siempre me han parecido bien y aceptables los acuerdos del PSOE con el PNV. Ambos articulan una mayoría de las sensibilidades. Tampoco tendría ningún inconveniente en que el PP formara parte de esa sensibilidad. Una mayoría así sería buena para Euskadi y para España».