«Si tienen humanidad, que no sean cobardes y den la cara»

I.M.L. / La Horra
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María Balbás resultó herida en el incendio de un local en agosto de 2013 y denuncia el archivo del caso, a pesar de los indicios que apuntan a que el fuego fue intencionado

María Balbás da la cara para pedir que alguien aporte algún detalle de lo que, en realidad, pasó aquella noche. - Foto: DB

«Si tuvieron las narices de hacerlo, que tengan las narices de dar la cara». Así de tajante y directa se expresa María Balbás, la joven de 17 años residente en La Horra que fue la víctima más grave del incendio que afectó a un local de jóvenes en el número 18 de la calle María Pacheco de Aranda de Duero pasada la media noche del 3 de agosto de 2013. Ya han pasado quince meses, ella estuvo casi un mes hospitalizada en la Unidad de Quemados de La Paz, en Madrid, donde se enfrentó a dos operaciones para realizarle injertos de piel en manos, brazos y espalda y aún le queda una última intervención en las cuerdas vocales, que se le quemaron y quedó con una afonía crónica a causa del fuego al que se enfrentó para salir. Pero la mayor secuela que sufre, tanto ella como su entorno familiar y de amistades, es la impotencia tras el archivo del caso por parte del Juzgado de Instrucción de Aranda de Duero.

María acudió a prestar declaración en cuanto tuvo el alta médica y regresó a su casa, porque era lo primero que quería hacer para pasar el mal trago, y no sirvió de nada. «Cuatro días después, sin esperar a que llegasen los informes periciales desde Valladolid, se archivó el caso, cuando está clarísimo que hay dos focos», asegura, lo que lleva a pensar a los expertos que el fuego fue intencionado. Es más, en el atestado instruido por los investigadores afirma que hay constancia de que se utilizó acelerante para iniciar y avivar las llamas. «Es algo de lo que estoy segura que alguien lo sabe, estoy segura que en Aranda se sabe, pero no lo van a decir tan fácil», lamenta, emocionada por la impotencia que siente frente a un sistema que no entiende y que considera que no es justo.

En el ámbito judicial, el único resquicio que le queda es recurrir el archivo del caso pero los jueces les piden pruebas para atender esta petición. «¡Qué les presento yo ahora si les faltó tiempo para limpiar el local!», insiste María, que sabe que nada más terminar el atestado policial se procedió a la limpieza y pintado del local, lo que hizo que no quedase ninguna prueba más de lo ocurrido. «Se habló de sospechosos y de muchas cosas, rumores todo, no sabes qué creerte y qué no creerte», apunta resignada.

Con valentía. Animada por el psicólogo que lleva su tratamiento desde que obtuvo el alta hospitalaria por sus quemaduras, hace unos días hizo pública una carta en la red social Twitter en la que desnuda su alma y deja muy claro lo que le pasó y cómo se siente, y en la que pide cualquier tipo de colaboración. «Que si alguien tuviese algún tipo de información, cualquier idea constatable sobre lo que ocurrió ese día, se pusiera en contacto conmigo. Eso me ayudaría a liberarme definitivamente de esta situación y a poder seguir adelante sin necesidad de mirar atrás», declara en esa misiva, que ha logrado en cuatro días que cerca de mil personas compartan la carta y casi 300 personas la hayan marcado como favorito. «No me puedo quejar del apoyo de la gente, hay mucha que me ha apoyado, estando incluso en el hospital, porque lo que pasó yo creo que impresionó a mucha gente, yo no me esperaba tanta repercusión», asegura sorprendida aún del impacto que produjo en la sociedad ribereña el suceso que protagonizó.

Sin embargo, este respaldo de su entorno no le resulta suficiente para enfrentarse al archivo del caso. «La impotencia que siento no se mitiga con los apoyos, me siento desprotegida porque te pasa esto y no hacen nada, ¿qué te tiene que pasar para que hagan algo? ¿Que te maten? Yo llego a estar un poco más ahí y yo no estoy aquí», expresa dolida. Entre la rabia de sus palabras se cuela una sonrisa cuando se acuerda del vecino que respondió a sus gritos de auxilio y la sacó de allí. «Le invitamos a casa, nada más salir yo del hospital, lo que le agradezco yo a ese hombre, todos los agradecimientos que le dé son pocos», comenta.

No quiere venganza porque «no le deseo a nadie que pase por lo que he pasado yo», pero pide justicia. «Quiero tenerlo delante, a la cara, y que vea lo que me ha hecho», confirma con el valor que le aporta la madurez temprana fruto de sufrir una experiencia tan traumática como ésta. «Si tienen un poco de humanidad y de conciencia, que lo digan, porque yo es algo que necesito saber. Que sepan lo que he pasado yo y que sigo aquí», concluye dirigiéndose a través de DB a los que pudieran haber estado implicados en este suceso.