Castrillo es Mota de Judíos

R. Pérez Barredo / Castrillo
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Con 29 votos a favor, 19 en contra y 4 nulos, Castrillo elimina su apellido 'Matajudíos' en un clima de tranquilidad y haciendo alarde sus vecinos de un gran espíritu democrático • Medios de todo el mundo, pendientes del escrutinio

Instante en el que el alcalde de Castrillo, Lorenzo Rodríguez, informa a los vecinos del pueblo del resultado de la votación. - Foto: Ángel Ayala

A media mañana, cuando todavía calentaba el sol, la señora Modesta hacía ganchillo y departía con la Quirina y la Mari Nieves en un banco de la plaza del pueblo componiendo un cuadro secular, proverbialmente castellano. Las tres habían votado ya, pero eran una tumba frente a las preguntas del periodista: se mostraban impenetrables.Resultaba tan imposible conocer su voto como su opinión sobre el propio referéndum popular, y únicamente recurrían al argot futbolero, tópico pero sabio. «Hasta el último minuto nunca se sabe, puede pasar de todo, mira lo de esos pobres de ayer...», filosofaba Modesta en relación al malherido Atlético de Madrid, mucho más evocado ayer, y con más empatía, que Cañete o Valenciano.

Pero cuando Lorenzo Rodríguez, alcalde de la villa, ya acabado el partido, hizo público el resultado definitivo ante la sosegada expectación de los vecinos congregados a las puertas del Consistorio, informándoles, como alcalde suyo que es, de la democrática decisión por 29 votos a favor, 19 en contra y 4 nulos del cambio de nombre de Castrillo Matajudíos por el de Castrillo Mota de Judíos, Modesta, presente en el histórico acto del conteo de papeletas por ser la vecina de mayor edad, expresó abiertamente sus sentimientos, ya liberada de hermetismos. «Estoy muy contenta. ¡Mucho! ¿O no se cansa uno de llevar siempre los zapatos del mismo color? Gusta cambiar de vez en cuando, y para los días que nos quedan, pues nada. ¡A cambiar! Seguro que es para bien», apostilló la buena mujer antes de recuperar su escaño de contertulia en uno de los bancos principales de la plaza.

Modesta, Quirina y Mari Nieves, charlando animadas al sol de la mañana.Modesta, Quirina y Mari Nieves, charlando animadas al sol de la mañana. - Foto: Ángel Ayala

Hubo, durante esos minutos de nervios contenidos, quienes se miraron en un hito y algo murmuraron para sí o para un oído amigo; otros cabecearon o entornaron los ojos con un mohín de disgusto; algunos aplaudieron con entusiasmo; los más se quedaron como estaban, tan tranquilos. En cualquier caso, los vecinos de Castrillo aceptaron con elegancia el resultado y no hubo ni entonces, ni a lo largo de toda la jornada, problema alguno, demostrando tanta sencillez como altura moral para un asunto de enorme trascendencia para ellos.

Porque era, en la cuna del gran músico Antonio de Cabezón, una cita capital, muchísimo más importante que cualquier resultado europeo, y todos estaban cargados de argumentos tanto de un lado como del otro.En los corrillos no se hablaba de otra cosa, y quienes manifestaban abiertamente su oposición al cambio de nombre se temían que el resultado sería el contrario. Acertaron. Ganó el sí. Pero el día transcurrió casi como cualquier domingo, si acaso con algo más de trajín en la taberna que ocupa los bajos de la Casa Consistorial, donde los periodistas locales y foráneos que a lo largo de la jornada se dejaron caer por allí con cuentagotas trataban de pulsar los estados de ánimo, las intuiciones y pálpitos de sus parroquianos, en honor a la verdad más concentrados en coger tres reyes con treinta y una o en apurar sus vinos que en complacer la curiosidad de los reporteros.

Un antes y un después. «Esto es un antes y después», declaró el regidor tras anunciar el resultado.Satisfecho por el índice de participación (ejercieron su derecho 52 de los 56 convocados a las urnas) dijo que «ahora empieza el trabajo, la sustitución oficial del nombre, que se hará en Pleno, y donde estudiaremos los pasos que hay que dar para hacer toda la tramitación administrativa. Y queremos tomar contacto con toda aquella gente que quiera desarrollar sus proyectos a partir de este cambio».

Para Rodríguez, el apellido ‘Matajudíos’ ha sido una losa para el progreso del pueblo y confía en que la nueva denominación cambie las cosas. «Ahora, que nos conoce todo el mundo, nos puede llegar mucha ayuda, y creemos que se nos van a abrir muchas posibilidades de desarrollo. Ya tenemos proyectos en mente, como excavar en la Mota para poner en valor los restos arqueológicos», subrayó.

El sol que había iluminado el día en Castrillo Matajudíos fue extinguiéndose. Se vació la plaza lentamente y regresaron los vecinos a sus hogares. Cuando se hizo de noche, Castrillo Mota de Judíos se fue a dormir.