La Gerencia Regional de Salud y los máximos responsables de la orden de San Juan de Dios han formado hace tiempo un grupo de trabajo en el seno del cual se está negociando con el objetivo de buscar «alternativas razonables» para ambas partes. Esta es la respuesta que ayer dio la Junta tras ser preguntada por la situación en la que está la relación entre ambas partes dado que desde el hospital privado se ha denunciado la precaria situación que se vive por la falta de un acuerdo de colaboración, los bajos precios que paga la Administración por su trabajo y las menores estancias de pacientes que se están desarrollando este año. «De momento, no se puede avanzar más», precisaron fuentes de la Junta que no negaron los términos de las críticas de San de Dios, un hospital que está abierto en Burgos desde 1956 y que ahora no descarta echar el cierre.

Este centro lleva décadas prestando servicios a la sanidad pública. En los últimos años se ha centrado en los pacientes denominados subagudos -que necesitan una media o larga estancia hospitalaria- y en aquellos que precisan cuidados paliativos. El Hospital Universitario de Burgos (HUBU) es un centro de atención a enfermos agudos y carece de camas con estas características, si bien dispone de un servicio de Hospitalización a Domicilio, que atiende en sus casas a personas de igual perfil y que se quiere potenciar desde la dirección, siguiendo la política de abordar todos los casos posibles con recursos propios, tal y como se ha hecho en los últimos tiempos denegando diversas derivaciones a hospitales privados.

El último convenio que la Junta firmó con San Juan de Dios concluyó en 2012 y desde entonces su relación se sustenta en otro que data de 1989 (cuando las competencias sanitarias no habían sido traspasadas a la comunidad autónoma) y que aún pervive debido a que no ha sido denunciado por ninguna de las partes.

El año pasado se extendió el rumor, nunca confirmado, de que se iban a dejar de enviar pacientes a San Juan de Dios. El entonces responsable de estas derivaciones, Teófilo Lozano, lo negó pero advirtió en estas mismas páginas que el hospital de la orden religiosa no era «una residencia de ancianos».