Burgos con filtro

H. Jiménez / Burgos
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Decenas de fotos de la ciudad se cuelgan cada día en la red editadas con la aplicación Instagram, que permite espectaculares efectos. Es otra forma de dar a conocerse en todo el mundo

Burgos con filtro - Foto: Leopoldo Roldán

Mufidah y Sean no son una pareja de visitantes convencional. Británica con ascendencia griega ella, norteamericano él, practican lo que llaman «turismo lento». Se quedan una temporada larga en las ciudades que les llaman la atención, trabajan a distancia como profesores de informática y escritura y, sobre todo, practican su pasión por la fotografía.

Desde que llegaron a Burgos a primeros de septiembre, cada día disparan al paisaje urbano. Un detalle, una panorámica, una escultura medieval, un personaje contemporáneo. Elegida su ‘víctima’, la tratan o no con diferentes filtros, y a la nube. Cuelgan la instantánea en la red, y para ello utilizan una aplicación llamada Instagram que se ha convertido en un paraíso para los amantes de los juegos de luz y colores.

Nuestros turistas lentos, que pretenden publicar algún día un libro con sus fotos de Burgos, son los usuarios más activos a nivel local de esta especie de Twitter de la fotografía, casi una red social que cuenta con más de 100 millones de usuarios registrados en todo el mundo y que combina perfectamente con los teléfonos inteligentes. Pero hay muchos otros burgaleses y visitantes que, con una aceptación creciente, están retratando las calles y los parques y las plazas y enseñándolas a todo aquel que quiera contactar con ellos.

- Foto: Javipese Los smartphones y sus cámaras de gran resolución son el instrumento ideal para Instagram. Los usuarios los llevan consigo a cada hora del día y de la noche y pueden captar desde instantes de la cotidianidad a grandes eventos. Un ‘click’ y la foto queda guardada en el carrete. Y cuando uno quiera, no tiene por qué ser en ese momento, abre el archivo con la aplicación y empieza a jugar con él.

Lo que distingue a Instagram son sus filtros. La posibilidad de retocar una foto de forma casi intuitiva, sin necesidad de tener grandes conocimientos fotográficos, para darle más color, más luminosidad, más brillo, más contraste, una estética ‘retro’, un blanco y negro, un aspecto de diapositiva, de acuarela, enfocada o desenfocada al gusto del retocador. Terminados los arreglos, a publicarla.

Algunos ‘instagrameros’ se limitan a colgar la foto en la propia aplicación, pero otros las enlazan con otras redes como Facebook, Twitter, FourSquare, Flickr o Tumblr. Y a partir de ahí, a rodar por todo el mundo. Porque con todos esos trampolines, la foto es capaz de llegar al confín del universo en décimas de segundo.

Lenguaje universal

Bien lo sabe Miguel Calvo, periodista de Radio Nacional de España en Burgos, aficionado a la imagen  y otro de los instagrameros más antiguos y activos. «La fotografía ha sido mi hobby desde siempre, me encanta desde hace muchos años y con Instagram he encontrado una maravilla porque puedes captar cantidad de objetos y circunstancias». Miguel tiene casi 1.500 seguidores (usuarios con los que está en contacto directo y que reciben en sus dispositivos las fotografías tomadas por él) por todo el mundo. «Hay de Indonesia, de Australia, y muchos de Canarias y de Cataluña. Es lo bueno que tiene este lenguaje universal».

No solo cuelga fotos de Burgos, sino también de otras ciudades que ha visitado o incluso participa en concursos para aplicar los mejores filtros con los que mejorar y retocar imágenes ajenas. A nivel local, tiene claro qué es lo que más triunfa:«La Catedral es casi un éxito asegurado, a la gente de fuera le encanta. Pero también otros rincones de la provincia, rincones, ermitas...»

Quién sabe cuántos de aquellos que ven por primera vez la ciudad en su teléfono querrán visitarnos y conocer en persona, esta vez sin filtros, lo que contemplan en la pantalla. Por el momento las etiquetas #Burgos e #InstagramersBurgos se están convirtiendo en una marca de calidad.