Devoción y gastronomía se dan la mano

DB / Burgos
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Cientos de romeros rezaron a la Virgen Blanca y degustaron una rica paella

Todo esfuerzo tiene su recompensa, en este caso en forma de paella. - Foto: Tomás Alonso

Aunque la jornada amaneció con muchas nubes, finalmente el tiempo respetó la tradicional romería de la Virgen Blanca en el Castillo. Un año más miles de burgaleses se sumaron a esta tradicional celebración, que conjuga sin ningún problema devoción y gastronomía.

Lo primero, lógicamente, la devoción. Concentración de romeros en la iglesia de San Pedro de la Fuente para luego subir con la imagen de Nuestra Señora de la Blanca en andas hasta una campa en la que en su día se asentó un templo consagrado a María y que fue destrozado por las tropas francesas a comienzos del siglo XIX.

Acompañaron a la imagen las autoridades, encabezadas por el alcalde, Javier Lacalle, el vicealcalde, Ángel Ibáñez, recién llegado de Lisboa y sin apenas tiempo para dormir; y varios concejales de los diferentes partidos, las peñas con sus reinas, los grupos de danzas y cientos de ciudadanos. Luego se celebró la misa de campaña, que se hace un poco larga porque ya se huele la rica paella que desde las 8 de la mañana se cocina gracias a más de una veintena de voluntarios y la colaboración del centro comercial Alcampo.

Y llegó la hora del reparto. Los asistentes hicieron largas colas para hacerse con un plato y una bebida pero no les importó. Quienes tuvieron la oportunidad de degustar la paella aseguraron que estaba buenísima y no le faltaba de nada: carne de pollo y cerdo, langostinos, cigalas, mejillones, gambas.... Se distribuyeron más de 5.000 raciones.

Pero además, también hubo ocasión de degustar ricos pinchos de morcilla, morro o chorizo repartidos por diferentes puestos que instalan las peñas, un ensayo general del Curpillos. Los mejores ingredientes para pasar un día de domingo en el parque del Castillo y recuperar una tradición que cada año gana adeptos. Además, el grupo de danzas de Danzas María Ángeles Saiz amenizó la sobremesa con juegos tradicionales.