La cigüeña del penal

H. J. / Burgos
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Una hija de Jordi Conill, exvicepresidente de la Diputación de Barcelona encarcelado en Burgos en 1962, busca fondos para un documental sobre su padre • Pablo VI, cuando aún era cardenal, medió para salvarle de la ejecución

Jordi Conill, con su hija Joana a hombros aún siendo una niña, durante unas vacaciones familiares en Almería. - Foto: DB

La única historia que Joana escuchó sobre los diez años que su padre pasó en la cárcel versaba sobre una cigüeña que cayó al patio del penal de Burgos. La prisión que había sido emblemática de la represión durante la Guerra Civil y sus inmediatos años posteriores siguió siendo, en los 60 y 70, un símbolo de infausto recuerdo para los presos políticos de todo el país. Y por allí pasó Jordi Conill, miembro de las Juventudes Libertarias que participó en la última oleada de atentados anarquistas contra el régimen de Franco.

Conill estuvo preso durante 10 años, en distintas cárceles aunque casi siempre en Burgos, y de forma indirecta, a través de un sacerdote, acabaría conociendo a la que luego sería su mujer. Tuvieron dos hijas y una de ellas, Joana, se ha embarcado en la aventura de contar en un documental quién fue su padre.

Joana no quiere dar pistas sobre el contenido de su película, entre otras cosas porque no está terminada. Para financiarla ha emprendido en internet una campaña de micromecenazgo con la que pretende cubrir los gastos de producción y postproducción, estimados en 10.000 euros. De momento la campaña va por buen camino y ya han alcanzado las cantidades que se marcaban como mínimas, pese a que seguirá abierta hasta mediados de noviembre.

De sus años de estancia obligada en Burgos Conill conservó contactos, amistades, recuerdos y vivencias. Muchas de estas últimas no fueron buenas, como recuerda ahora su hija, que pretende un homenaje «sin caer en heroísmos ni victimismos» en un ejercicio no exento de dificultades.

Sabe que en el aire flotan conceptos tan complejos como el perdón y la memoria, teme incluso por las heridas que pueda reabrir, pero su objetivo es tratar la historia sin afanes vengativos.

 

Carrera política

Jordi Conill pasó del anarquismo al comunismo durante su estancia en el penal burgalés, se afilió al PSUC en la clandestinidad y acabó siendo miembro de su comité ejecutivo. Llegó a ser concejal de Barcelona y vicepresidente de la Diputación Provincial, cuando la Generalitat aún estaba en pañales, el poder autonómico se estaba construyendo y las diputaciones tenían un mayor peso que el actual.

Su carrera política fue posible porque una serie de casualidades, o de milagros (según quien lo interprete), le salvaron de la pena de muerte que pedía para él la fiscalía. De hecho, fue el cardenal Giovanni Battista Montini quien intercedió por su liberación. El entonces arzobispo de Milán apoyaba a los estudiantes milaneses que se solidarizaban con los jóvenes españoles y su petición de clemencia se consideró fundamental para que la dictadura franquista accediera a suspender la ejecución.

El propio Conill lo reconocía y lo agradecía públicamente unos años después, cuando Montini fallecía. Mandó incluso un telegrama de condolencias a Castelgandolfo y aquel episodio fue amplificado por la prensa nacional. Porque para entonces el cardenal era conocido en todo el mundo como el Papa Pablo VI.

El ex vicepresidente de la Diputación de Barcelona murió en 1998, a los 59 años de edad, tras una dilatada trayectoria política. 16 años después su hija quiere rescatar y amplificar su memoria partiendo de la historia de aquella cigüeña burgalesa.