Un peligro llamado Trump

M.R.Y. (SPC)
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La posible llegada del multimillonario a la Casa Blanca podría alterar la economía global e intensificar una guerra geopolítica

 
Hacer grande de nuevo a Estados Unidos. Con este lema de campaña acude a sus mítines el magnate Donald Trump, centrado en un discurso ultranacionalista en el que saca pecho por EEUU y carga contra otros países, religiones y culturas. Un mensaje que cala en sus seguidores y hace que la comunidad internacional tiemble ante la posibilidad de que el polémico empresario consiga, no solo la candidatura republicana en las elecciones del próximo noviembre, sino, incluso, alcance la Casa Blanca.
Sus alegatos contra la inmigración -es firme defensor de levantar un muro en la frontera con México, Estado al que acusa de importar a criminales, drogadictos y violadores, y asegura que cerrará las puertas a los musulmanes- y contra otras grandes potencias como China, con la que pretende romper todo vínculo comercial, preocupan de tal manera que esta misma semana, el Fondo Monetario Internacional (FMI), en su informe sobre las perspectivas económicas mundiales, planteó la «reacción contra la integración económica transfronteriza en Estados Unidos» que representa Trump, quien insiste en una menor apertura comercial de su país.
Esa probabilidad de que el polémico empresario pueda alcanzar la Presidencia norteamericana entraña también un peligro para la revista The Economist, que ha incluido esa hipótesis en su lista de los 10 mayores riesgos a los que se enfrenta la economía mundial, entrañando incluso más amenaza a las finanzas que un Brexit o un enfrentamiento armado en el Mar del Sur de China y situándose al mismo nivel que el yihadismo.
«En el caso de una victoria electoral de Trump, su actitud hostil con el libre comercio, especialmente frente a China y México, podría escalar rápidamente hasta convertirse en una guerra comercial», justifica la publicación.
En su discurso, el multimillonario no deja pasar la oportunidad de cargar contra el gigante asiático, al que acusa de ser un «manipulador de divisas» y de haber protagonizado «el mayor robo de la Historia mundial» en sus relaciones comerciales con EEUU.
Por ello, quiere subir drásticamente las tasas aduaneras a las importaciones, dictar una línea de tolerancia cero contra el «robo» de propiedad intelectual y aumentar la presencia militar frente a Pekín, lo que algunos ven como un posible regreso de otra Guerra Fría contra un país comunista.
 
Enemigos por el planeta. También con Rusia ha mostrado sus desavenencias. Después de un intercambio de alabanzas con su presidente, Vladimir Putin, el pasado marzo abrió una guerra contra el Kremlin, al equiparar a Putin y al Estado Islámico (EI) como enemigos de EEUU.
Precisamente, si por algo se ha caracterizado Donald Trump es por ganarse detractores conforme ha avanzado la precampaña electoral. No solo entre sus propios compañeros de partido o sus rivales demócratas, sino en todo el planeta. 
A su mencionada animadversión hacia México, al que ha amenazado con pagar el muro, se suma su antipatía por el mundo árabe, incluyendo a cualquier musulmán dentro de la sospecha de pertenencia al EI. Incluso ha llegado a enzarzarse con el Papa, que dijo de Trump que «una persona que piensa solo en hacer muros y no hacer puentes, no es cristiano», a lo que el aludido contestó: «Que un líder religioso cuestione la fe de una persona es vergonzoso».
Pero el hecho de que el magnate acceda al poder no solo podría desencadenar una guerra geopolítica y desacuerdos comerciales. En su propio país, ha prometido simplificar el sistema impositivo para descargar a la clase media y crear empleo. En cambio, los expertos consideran que su bajada fiscal lastraría los presupuestos y solo favorecería a los millonarios, además de poner en jaque a los inversores. 
Un tremendo riesgo para la economía de EEUU que, evidentemente, acabaría afectando a unas finanzas mundiales que acaban de recuperarse de una crisis.