El padre del fracaso

Antonio Pérez Henares
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Sánchez y su equipo defienden que se han dejado la piel para formar Gobierno, pero solo querían que él llegara a la Moncloa

La victoria tiene 100 madres, pero el fracaso carece de padre. No hay quien reconozca al hijo y aún menos que le dé su apellido. Pero existe. Ya lo creo. Por mucho que el afectado lo niegue. Tanto o más que cuando alardeaba de cortejo y noviazgo. Se llama Pedro Sánchez.
El aludido y su sanedrín ferraciano repiten en monocorde salmodia, por doquiera que vayan, que, en realidad, es un héroe triunfante, que se «han dejado la piel» (el podemita Iglesias se la dejó un día siete veces en una rueda de prensa, pero yo los veo a todos con la pelleja intacta y el iPad, no devuelto, puesto) y que han luchado hasta la extenuación porque España tuviera un Gobierno. Y no es verdad nada.
No han hecho nada porque hubiera un Gobierno en España. Lo han hecho para que Sánchez fuera presidente, que es bien distinto. Y ambas cosas, en realidad eran en sí mismas contradictorias. Porque ello significaba violentar, y de qué manera, buscando cuadraturas ya no del círculo sino de redondeles contrarios a los resultados electorales. Pretender exiliar a las tinieblas exteriores del sistema al ganador de las elecciones y hacer una mezcolanza de sal y azúcar para el café de la Moncloa, donde lo único que no podía discutirse era que Sánchez era quien se sentara en el sillón de mandar y nos lo hiciera beber a todos. Pero ese brebaje no había quien se lo tomara, como resultaba verdaderamente alucinante que pretendieran que el que sirviera las tazas, pasando tras ello a enterrarse vivo, eran el PP y Rajoy que debían abstenerse para que don Pedro, don no, no y no, qué parte del no no entiende, tío «indecente», (cuatro meses ha tardado en balbucear un ratito solo y desdecirse de inmediato algo parecido a una excusa) fuera elevado a los altares.
Pero eso era hasta ayer, aunque muchos de ellos siguen en trance, en una especie de bucle melancólico del pasado con su mantra caducado del Encomendado, y sin querer darse cuenta que se han apagado las luces de la pasarela, que ha caído el telón, que la farsa ha terminado. Y que, tras cuatro meses de posados y escenografía, Pedro Sánchez ha fracasado. Él primero que nadie, porque él y más que ninguno es el verdadero responsable del bloqueo, del que luego pretende culpar a los bloqueados, y tras salir trasquilado de las elecciones, cuarto y último en su propia circunscripción, presuponer e interpretar que todos los votos que no habían sido de Rajoy eran suyos, porque el se llamaba don Cambio.
 
Discurso. Es esto lo que ahora, después del subidón, de los focos, del ocupar a todas horas la escena, lo que ahora intentan, más que nada, que se olvide y ni se miente. Pero el fracaso, aunque él haga lo indecible por escurrir el bulto, sí que busca padre y no vale decir que son todos, que es una manera de decir que no es ninguno, aunque bien es cierto que en este caso son todos los que hayan coadyuvado en despreciada paternidad. 
A Rajoy se le reprocha su inmovilismo. Esencialmente por quienes le obligaron a estarlo impidiéndole cualquier movimiento que no fuera el inmolarse. En vista de ello, optó por quedarse quieto y, al menos, no perecer por su propia mano. Y ahora resulta, aunque está muy feo y mal visto decirlo, que Rajoy ha ganado este juego, ha levantado pelota de match ball y hasta se ha apuntado el set. Sin embargo tiene, y más personalmente, muy, muy difícil ganar el partido. Pero su partido va a las urnas con mejores expectativas que en las anteriores. Si la corrupción campaneada no les hiciera sangrar a chorros votos por esa llaga que no acaba de cerrarse nunca y que cada telediario se infecta un poco más, sus expectativas serían realmente buenas. Porque son muchas las gentes que miran preocupadas al futuro y temen volver a situaciones de angustia y penuria de las que estaban empezando a escapar ahora y donde los que ahora les prometen el país de la leche y la miel mandando de las esquinas son quienes les habían llevado.
 Podemos y Pablo Iglesias, desde su óptica y coherencia, han hecho lo que no podían sino hacer. Con casi igual número de votos que el PSOE no podían entregar los suyos, aupar a Sánchez, de gratis, a la Moncloa, y que les dejaran como tantas veces le hicieron en tiempos al PCE y a IU en la caseta del perro. Van de igual a igual. Tienen relato, que se dice ahora, si no ha habido Gobierno de Izquierdas entre ambos con la anuencia separatista es porque Sánchez no ha querido hacerlo y se ha negado a compartir el poder o porque en su partido no le han dejado. Ahora los podemitas van a intentar dar la tantas veces soñada pasada con el acuerdo con Izquierda Unida y Anguita bendiciendo la campaña y ésta se va a convertir antes que nada en una lucha fratricida por la hegemonía de la izquierda. 
Es más dudosa la percepción de Ciudadanos. Están ahora en claroscuro e intentando buscar luces y tapar sombras. Lo mejor de su argumento es que ellos han sido los que han impedido el pacto del PSOE con Podemos y que los socialistas se tiraran al monte. Que es curioso esto de que el PSOE no sea responsable de sus actos y que, como parece, que el poder ha de ser suyo, sí o sí, tienen bula para hacer los pactos que se le ocurran aunque sean desvaríos y esté en los demás la responsabilidad de evitar que los cometa. Es inaudito, pero así lo han explicado y eso mismo se teorizaba como gran idea fuerza. Que el PP le deje gobernar con Ciudadanos para que no pacte y gobierne con Podemos. 
Pero Rivera y Girauta han sobreactuado de tal modo y han escenificado tales arrimones a Sánchez hasta parecer sus recaderos y máximos valedores e ir incluso más allá que él en la defensa de una investidura que no era la propia y reiterando un ataque personal, repetido y feroz contra el líder de un partido del que provienen no pocos de sus votantes y con el que comparte o parecía compartir no pocas razones. El haber aparecido encollerados de tal forma al PSOE es algo de lo que ahora habrán de intentar muy rápidamente liberarse. 
 Sobre todo de Sánchez. Porque, aunque todavía hoy, pero ya mucho más que ayer y mucho menos que mañana, no se perciba con toda crudeza su fracaso, esa realidad irá creciendo y afirmándose. Donde mejor lo saben es en su propio partido. Excepción hecha del sanedrín alucinado de Ferraz donde Luena y Hernando, el que salió enfebrecido entrando al capote de la maniobra del último minuto, y la camarilla cada vez más crecientemente aislada de las organizaciones territoriales, en el PSOE es donde mejor saben hasta que punto Sánchez ha fracasado. Pero ahora deben salvar el partido y procurar que la derrota no suponga una hecatombe. Que es lo que supondría ser superados en votos por el tándem que están formando Pablo Iglesias-Alberto Garzón y que se les viene encima.
PD. La intervencion de Sanchez en el Comité Federal de ayer resulto onírica:  Por la mañana tuiteo a modo de arenga: «Orgullo, trabajo, y a ganar. Porque esta vez sí: vamos a ganar al PP».Traducción: «A ver si no nos pasa Podemos». Pero luego aún se superó en su intervención: «Rajoy no aceptó el resultado del 20-D, se aisló y tuvo en Iglesias un aliado inesperado». Y lo dice el tipo que quedó el cuarto en Madrid y dejó a su partido con 90 míseros escaños a quien, bajando mucho sí, quedó primero y le sacó 1,7 millones de votos y 33 escaños de ventaja. Lo dice quien se ha pasado cuatro meses negandose a hablar con el vencedor y  obcecado en PRESIDENTE YO. Pedro Sánchez presenta claros síntomas de boxeador sonado.