La Borriquilla se queda sola en la Catedral

I.L.H. / Burgos
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El cambio. La Junta de la Semana Santa se escuda en el rigor de la liturgia para «retener» en el templo la imagen de Jesús entrando en Jerusalén tras la misa. Tanto la eucaristía como la procesión estuvieron muy concurridas

El gesto de la mano de Jesús sobre la borriquilla, saludando a la multitud durante su entrada en Jerusalén, sirvió también como despedida para los cofrades que le transportaron  en la procesión del Domingo de Ramos. Desde las andas era un «¡hola!» hacia quienes rememoraban el inicio de la Semana Santa y la aclamación deJesús como Hijo de Dios; a la altura del suelo el gesto era un «¡adiós!» para sus compañeros de camino.

La decisión de la Junta de Semana Santa de «retener» la imagen dentro de la Catedral una vez concluida la misa por una cuestión litúrgica no sentó bien a los costaleros de la Cofradía de la Coronación de Espinas y de Cristo Rey, que sienten que es su responsabilidad portar el paso a la ida y a la vuelta «como venimos haciendo desde hace treinta años».  

Con lágrimas en la cara y el rostro emocionado, los cofrades acataron la decisión de la Junta, descendieron la talla de Jesús y la Borriquilla tras la misa y regresaron «con dignidad» hasta San Lorenzo, parroquia que se encarga desde los años 80 de procesionar la imagen del Domingo de Ramos.

Pese al honor que consideran participar en la procesión, el de ayer no fue un día fácil para las y los costaleros. Habían asumido lo que ocurriría, pero dejar la imagen en la Catedral, regresar con el paso al ritmo de la banda y sostener unas andas vacías por las calles del centro mudó el fervor de sus rostros por unas caras largas. Ya antes, cuando iba a empezar la misa, recibieron el apoyo de algunos cofrades de otras agrupaciones como San Gil, Santa Águeda o San Cosme que, como ellos, decidieron abandonar el templo una vez que la procesión había concluido.

Ramos y palmas

La polémica por el regreso o no de La Borriquilla a la parroquia de donde parte marcó una procesión que por lo demás lució entre un concurrido público y una agradable temperatura. Algo más puntuales que el año pasado -la misa empezó «solo» 45 minutos después de lo programado-, la comitiva del Domingo de Ramos partió a su hora de San Lorenzo y llegó a mediodía a la Plaza Mayor.

Desde allí el arzobispo, Francisco Gil Hellín, bendijo los ramos y las palmas en apenas diez minutos y las cofradías participantes, junto a las bandas de cornetas, los Pueri Cantores y las autoridades iniciaron el recorrido por la calle Carnicerías y el Espolón hacia la plaza del Rey San Fernando.

La nueva rampa colocada en el ascenso a Santa María por la calle Cadena y Eleta alivió cierto sufrimiento a los costaleros de la Coronación de Espinas y Cristo Rey. El año pasado, con una rampa más inclinada, constataron el peso de la imagen y el riesgo de un traspié.La de esta edición otorgaba a los cofrades mayor seguridad y restaba cierto peso sobre sus hombros.

Ya en el templo, la liturgia prosiguió con la eucaristía. Decimos prosiguió porque, tal y como apuntan desde la Junta de Semana Santa, la procesión de La Borriquilla se considera la primera parte de la misa. De la entrada de Jesús en Jerusalén se pasa a la Pasión. De ahí que no consideren que una imagen que representa la alegría regrese a las calles tras una oración que llama al silencio.