Educación defiende el cátering frío al estar más «controlada» la comida

B.G.R. / Burgos
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Los menús se prepararan en las cocinas centrales de la empresa adjudicataria para después trasladarlos a los centros educativos

Las cocinas de los colegios están abocadas a desaparecer. En la capital, tan solo tres cuentan con instalación propia para elaborar la comida diaria (Marceliano Santamaría,Fuentes Blancas y Claudio Sánchez Albornoz), mientras que el resto tiene implantado desde hace años el llamado catering frío.  En los próximos tres cursos este tipo de servicio se extenderá a otros 20 centros, principalmente de la provincia, según los criterios de adjudicación del servicio de la Consejería de Educación, que el pasado verano recayó de nuevo en  la empresa IGMO S.L. Completada esta fase, quedarían para una siguiente otros 19 centros hasta abarcar todo el mapa de centros.

El sistema en frío ha despertado las críticas de algunos padres, como los del centro de Huerta de Rey, e incluso de la FAPA, que se  muestra contraria porque ve más ventajas en la preparación de los alimentos in situ. Su vicepresidenta, Marisa Beunza, reconoce que los menús son adecuados desde el punto de vista nutricional pero considera que no se cubren las mismas necesidades que cuando cada colegio tiene un cocinero propio. «La atención es más personalizada y se compran productos del entorno», precisa. Pero si hay algo en lo que hace hincapié, es en la «comida que se desperdicia» porque no siempre acude al comedor el mismo número de alumnos, por lo que reclama a la Administración la firma de convenios con entidades sociales que permitan aprovechar los alimentos que sobran en este servicio.

Para el director provincial de Educación, Juan Carlos Rodríguez Santillana, el catering frío ofrece una mayor seguridad alimentaria al estar la comida «totalmente» controlada en las cocinas centrales de la empresa adjudicataria.

Al respecto, el gerente de IGMO, Albert Mújica, subraya las «garantías adicionales» del sistema, principalmente higiénico sanitarias, donde prima por encima de todo la «seguridad». La comida -explica- se prepara en las instalaciones de la empresa, donde sigue un escrupuloso proceso de refrigeración que permite extender su duración 21 días y que, además, hace que «cuando se prepara en los hornos del colegio quede como en el momento en que se cocina». «No se pierde nada de calidad», agrega en respuesta a las críticas de la FAPAsobre el hecho de que se elabore con varios días de antelación. A lo anterior suma que los «productos son de primera calidad, de proveedores homologados», y los «exhaustivos controles» del proceso. El reparto por los centros se realiza dos veces a la semana, mientras que en los que cuentan con cocina propia son los proveedores los que sirven al colegio en función de las necesidades. La empresa está explicando ya el nuevo sistema a los centros en los que próximamente se implantará.