Los mayores de 45 años solo firmaron el 21% de los contratos en 2014

Gadea G. Ubierna / Burgos
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Suponen el 40% de la población activa y el 46% de los parados demandantes de empleo, pero el mercado les da la espalda. Dos personas que recurrieron a la Universidad para mejorar sus opciones relatan a DB cuál es su situación

Los servicios de empleo registraron el año pasado 114.643 contratos, de los cuales solo 23.786 fueron firmados por personas de más de 45 años. Es decir, el 21% del total. Un dato que sirve para ilustrar hasta qué punto se están complicando las cosas desde un punto de vista laboral para aquellas personas que están en la plenitud de su vida activa, pero que tienen cerradas la mayor parte de las puertas del mercado. ¿Por qué? Porque la estadística oficial refleja que quedarse en el paro entre los 46 y los 64 años significa entrar a formar parte del grupo de población más abultado de las listas del desempleo y también del de aquellos que más tiempo permanecen en ese registro. Significa asimismo que en los casos en los que se reciba alguna oferta de trabajo, será casi siempre para cubrir puestos temporales.

La radiografía de este sector de la población en la provincia comienza en la Encuesta de Población Activa, que publica el INE cada trimestre y que a finales de 2014 mostraba que Burgos tenía una población activa de 180.200 personas, de las cuales aproximadamente 72.000 (el 40%) tenían más de 45 años. A continuación se acude al Servicio Público de Empleo Estatal (Sepe, antiguo Inem) para comprobar que en el mismo momento temporal había 30.548 personas registradas en las listas del paro y 14.002 habían superado los 45 años. Es decir, el 46% del total.

Pero esta relevancia tanto en el conjunto de la población activa como en el de la parada no se traslada a la de la contratación. Una situación que no es exclusiva de Burgos, sino que se está generalizando en todo el país con riesgos de los que ya se está advirtiendo desde muchos sectores. Entre otros, el Consejo Económico y Social de España, que hace menos de medio año publicó un informe específico sobre esta cuestión en el que advertía de que «no atajar esta situación tiene costes claros e inasumibles para el futuro de nuestra sociedad». ¿Por qué? Porque no se trata solo de que ahora no tengan trabajo, sino de que en el futuro no tendrán pensión y, por lo tanto, se habrá creado una bolsa de pobreza de magnitud considerable e insostenible para un país cada día más envejecido. En este mismo informe se destaca que «es claro» que las políticas de empleo no están funcionando en esta franja de edad y se reivindica una respuesta coordinada y con colaboración de todas las Administraciones públicas.

María Teresa Vargas | 44 años - a prueba en sector de Hostelería

«No me va a dar tiempo a cotizar para la jubilación»

María Teresa Vargas tiene 44 años y nueve hijos de edades comprendidas entre 23 y 14 años. Cuando ni siquiera había terminado el Bachillerato decidió que quería crear una familia y dejó todo para dedicarse en cuerpo y alma a ese objetivo. Su marido estudiaba y trabajaba mientras ella se dedicaba a la casa y a los niños. Hasta que llegó un día en el que la mecánica familiar cambió, el matrimonio decidió separarse y Vargas se paró a pensar en qué podía trabajar. Tenía 39 años, mucho que escribir en su currículo personal y muy poco en el profesional. Una situación con la que pueden identificarse cientos de mujeres.

El primer paso fue inscribirse como parada en el Servicio Público de Empleo Estatal (Sepe, el antiguo Inem), el mismo organismo en el que realizó un Curso de Gestión y Administración de Pequeñas y Medianas Empresas -el único que ha hecho a través de la Administración, dice- «y ellos mismos fueron quienes me recomendaron que estudiara Relaciones Laborales porque creyeron que tenía aptitudes», explica. Y así lo hizo. Se matriculó en 2010 y al mismo tiempo siguió buscando trabajo. «Entrevistas he hecho muchísimas, pero que tuvieran relación con mis estudios, ninguna», apunta ahora que le queda una asignatura para graduarse.

En este tiempo ha trabajado como autónoma como agente comercial de seguros -no generó paro- y desde hace unos días está a prueba en un local de hostelería de la capital cuyo nombre prefiere no desvelar y en el que ejerce como jefa de comedor (maître). «A mí la hostelería me encanta y en mi familia hay tradición en el sector, pero yo nunca lo había visto como mi medio de vida», afirma, destacando que se enteró de la oferta de trabajo a través de una conocida. Los responsables de la asesoría en la que hizo las prácticas de la carrera también le pusieron en contacto con otras personas. «Del Inem no me ha llegado nunca ninguna oferta, pero es que aunque quisieran llamarte no pueden, porque no hay nada», señala.

Y aunque es cierto que confía en poder aprovechar la oportunidad que se le ha presentado y mantener el puesto en el que está a prueba, Vargas tampoco oculta que está empezando a agobiarse porque ha echado cuentas y no le salen. «Por dedicarme a la maternidad no tengo experiencia laboral y tampoco años cotizados, así que estoy viendo que no voy a llegar a jubilarme porque no me da tiempo. Necesitaría cotizar una jornada completa ya para que me diera tiempo», explica sin ocultar su preocupación.

Vargas considera que en un mercado laboral muy complicado, tener 44 años es «un agravante porque el cuerpo no responde igual que el de una persona joven». Pero también cree que hay puestos en los que alguien de su edad y experiencia pueden encajar. «Yo me veo muy capaz. No he dicho nunca que no y ahora tampoco descarto ningún trabajo», concluye.