Seis horas en el chamizo

Gadea G. Ubierna / Burgos
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Una encuesta realizada a pie de calle para el Ayuntamiento revela que los usuarios de estos locales en la capital tienen entre 13 y 18 años, se hacinan en grupos de 20 o 30 personas y en un 66% de los casos se consumen sustancias psicoactivas

Entre cuatro y seis horas al día es el tiempo que pasan los jóvenes burgaleses en esas panaderías, carnicerías o zapaterías de antaño que ahora se emplean como chamizos y lugares de reunión. Y si ese es el tiempo medio de ocupación en días laborables, pueden imaginar que los fines de semana la estadística se dispara hasta casos en los que los chavales ‘duermen’ en el local. Este es uno de los datos que una encuesta realizada a pie de calle por la Asociación de Ayuda al Drogodependiente (Aclad) ha puesto encima de la mesa de la concejala de Sanidad, Marisol Carrillo, como punto de partida de un programa específico de prevención para advertir a los jóvenes de los riesgos que conlleva el uso de estos locales, así como sus obligaciones y derechos como inquilinos.

Y el porqué a esta iniciativa municipal para la que se han reservado algo más de 6.500 euros hay que buscarla en otros aspectos revelados por la misma encuesta. Por ejemplo, la edad de los usuarios, entre 13 y 18 años en la mayor parte de los casos; el número de habituales en el local, entre 20 y 30 personas;el consumo de otras drogas distintas al alcohol y al tabaco, lo cual ha resultado ser positivo en un 66% de los casos consultados para la muestra previa; si hay consentimiento de los padres, cuestión casi siempre de respuesta negativa... «Los familiares no suelen saber que los hijos tienen chamizo y yo creo que sería importante que se lo dijeran o que intentaran hablarlo para que sepan dónde y cómo pasan sus hijos el tiempo», apunta la concejala Marisol Carillo, insistiendo en el hecho de que muchos de los locales que ahora se están empleando como puntos de encuentro y reunión tienen unas condiciones que distan mucho de las de un establecimiento seguro y salubre. Y como, a pesar de lo polémico de este aspecto, el Ayuntamiento no tiene competencia ni capacidad para clausurarlos o impedir el uso porque son espacios privados y como tal se regulan, se ha optado por trabajar a través de la vía de la educación y la prevención de riesgos.

En ese sentido, el primer paso era sentarse junto a la Policía Local para tratar de concretar cuántos antiguos bajos comerciales se están empleando ahora con este uso, dónde están y cuáles son más problemáticos por hacinamiento, inseguridad o la casi siempre difícil convivencia con los vecinos a causa del ruido. Una vez encauzado este tema -los agentes han localizado más de 80 en los últimos cuatro años- la siguiente cuestión a tratar era averiguar las características de los chamizos para ver en qué puntos tiene que incidir Sanidad. Y de ahí la realización de una encuesta a pie de calle en locales ubicados en diversas zonas de la capital. «Vemos que los chicos no son conscientes de las obligaciones que tienen como arrendatarios de un local, pero tampoco saben nada sobre sus derechos. Y hay veces que no tienen ni agua», dice Carrillo, matizando que de las instalaciones eléctricas es mejor no hablar.

Así, está previsto que en los próximos meses Sanidad y la Policía Local definan los itinerarios que deberán recorrer personas jóvenes y formadas para advertir de derechos y obligaciones de arrendatarios y arrendadores, de la cuestión de los ruidos y las comunidades de vecinos, de los riesgos de cada local en cuestión en función de sus condiciones y, como siempre, se aprovechará para darles información sobre materia sexual y consumo de drogas. «Aparte del alcohol y el tabaco, que hay en todos los chamizos visitados, hemos visto que en un 66% se estaban consumiendo sustancias psicoactivas», destaca Carrillo.

En otoño

Las personas responsables de dar esta información en todos los casos en los que se muestre disposición a escucharlas serán muy jóvenes, en la media de edad de los usuarios, entregarán unos folletos elaborados para la ocasión y recibirán formación específica para abordar la tarea. Como explica la concejala, «queremos que sean personas jóvenes, de su edad, porque las van a escuchar más». Todo ello se hará con los 6.500 euros reservados para este fin y está previsto que el programa comience el próximo otoño, que es cuando más se usan los chamizos. A partir de primavera repuntan los botellones en la calle y, por lo tanto, el Ayuntamiento aprovechará para hacer trabajo de prevención en esta materia, también en convenio con Aclad.