Nueve expedientes en un mes agudizan el control sobre los locales de jóvenes

Á.M / Burgos
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Se acaban de firmar cuatro multas de 601 euros y se inician cinco procedimientos más

Un grupo de jóvenes, en su local de la capital burgalesa. - Foto: Alberto Rodrigo

Siempre han existido, pero el impacto de la crisis en el mercado del ladrillo ha multiplicado la oferta y la demanda ha respondido con alegría. Los ‘chamizos’ o locales de jóvenes que se alquilan para reconvertirlos en una suerte de centro social en el que no pocos fines de semana el aforo se dispara están muy extendidos y arraigados por toda la ciudad.

A esta realidad se le está prestando una atención especial desde el Ayuntamiento en los últimos meses, y no es casualidad que eso haya derivado en que los expedientes sancionadores crezcan exponencialmente. El problema que la administración trata de tener acotado es el relacionado con la seguridad. Ni más, ni menos.

Muchos de estos locales no cuentan con las mínimas condiciones de salubridad, higiene y recursos frente a una emergencia. Las salidas suelen ser las mismas reducidas entradas típicas de cualquier lonja, muy pocos tienen ventanas al exterior, los extintores son un exotismo y las instalaciones eléctricas no son la obra de un profesional. Hay excepciones, por supuesto, pero son eso: excepciones.

En el Ayuntamiento se ha valorado en distintas ocasiones la posibilidad de elaborar alguna ordenanza que regule su uso. Es sencillo: si no se puede evitar, sí al menos se puede vigilar que los riesgos tiendan a cero. Pero, por el momento, no hay un texto normativo al que acogerse para controlar los locales. Es una propiedad privada y eso no se toca, salvo que se dé una situación que obligue a cualquiera de las dos policías a intervenir.

Pero también tiene límites, y uno inviolable es el de la ordenanza de ruidos. Los ‘chamizos’ no están ni preparados ni autorizados para tener instalaciones musicales, pero es un hecho que los fines de semana la música es un aderezo impepinable. Salvo para los vecinos, que acaban pagando los platos rotos.

Es ahí donde se está poniendo el acento y el número de multas y expedientes abiertos ha ido creciendo hasta el punto de que en marzo se firmaron cuatro sanciones de 601 euros cada una (la mínima para una infracción grave por exceder de 10 decibelios el ruido emanado del local) y se abrieron otros cinco expedientes más que terminarán en sanción.

Los locales multados están en calle Cervantes (por dos veces), calle Lealtad y plaza Antonio José, mientras que en el último caso ya se tramita otra multa y se hace lo propio en calle Diego Laínez (por dos veces) y calle Madrid.