Denuncian la discriminación de la patata local en los supermercados

I.P. / Burgos
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Los productores aseguran que el 80% de las patatas que se venden en Burgos son de origen francés. Pese a ser de peor calidad y más caras, se eligen por su «mejor presencia estética»

La belleza está en el interior. Esta  socorrida frase que solemos utilizar para ensalzar otros valores en  las personas cuando no son, precisamente, un bellezón, le viene al pelo a nuestra patata autóctona. Pero de igual manera, el marketing y la sobrevaloración de la ‘buena presencia’ juegan en contra de lo realmente auténtico.

Con motivo de la presentación ayer del IIConcurso de Tortilla de Patata dirigida a los establecimientos de hostelería de la capital burgalesa, José Ramón Colina, presidente de la Asociación para la Promoción y Defensa de la Patata de Burgos, denunciaba que en algunos supermercados de la comunidad se está ordenando retirar de las líneas de exposición las patatas autóctonas para meter las llegadas de Francia, cuya calidad culinaria es muy inferior pese a su  presencia exterior.

Los motivos de esa diferenciación vienen dados por varios factores, pero en el caso de las patatas francesas hay que recordar que se someten a un lavado para almacenarlas a temperaturas bajas, lo que provoca un aumento de azúcares, dando a la patata un sabor dulce y color pardo o negruzco a la hora de freír, lo que resta sabor y cualidades organolépticas al producto. Por el contrario, las patatas de Burgos tienen una calidad excepcional, tanto por la climatología y la fertilidad de los suelos de cultivo, como por los tiempos de recogida y su conservación posterior. Así, se recogen entre los meses de septiembre y octubre y, tras una cuidada selección, se conservan a temperatura controlada, con ventilación y ausencia de luz, lo que hace que ese tubérculo pueda comercializarse con total garantía de calidad hasta bien entrada la primavera.

Desde la Asociación, por otra parte, se ha decidido su comercialización en bolsas de papel para conservarlas en ese ambiente seco.  Y por supuesto, no se someten a ningún lavado para que permanezca el almidón inalterable. Los envases de 15 kilos se venden para hostelería y los de 4 kilos para el consumidor particular.

José Ramón Colina hace hincapié en la necesidad de que el consumidor tome conciencia de esas diferencias y consuma patata autóctona. Según los datos aportados ayer, sin embargo, el 80% de las patatas que se venden en supermercados y grandes superficies son francesas, sometidas la proceso de lavado, además de que son un 30% más caras que las cultivadas aquí. Colina reconoce que en el tema del lavado, «la batalla está perdida», pero insiste en la necesidad de un mayor asociacionismo entre los productores y envasadores a nivel nacional para que el mensaje llegue a los consumidores y compren el producto local. En la región, estos momentos, se está trabajando con la Consejería de Agricultura para constituir una interprofesional de Castilla y León para trabajar en éste y otros temas relativos al sector de la patata.