Pólvora mojada en el adiós

N.L.V. / Aranda
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El chaparrón impide el encendido de la traca aunque sí se bailó la Rueda • Durante el día pudo disfrutarse del almuerzo popular, de los encierros infantiles y de Mocedades

Los arandinos volvieron a acudir de forma masiva a bailar la Rueda para despedir las fiestas patronales. Su esfuerzo, sin embargo, no tuvo continuidad con una traca de relumbrón. - Foto: Nieves López (Edición Ribera)

La lluvia se convirtió en inoportuna, e incómoda, invitada en la jornada final de las fiestas patronales que, salvo algún chaparrón esporádico, se desarrollaron durante los nueve primeros días con temperaturas agradables. Y lo hizo de tal manera que impidió que prendiera la traca y que su ronco estruendo despertara a los arandinos de su sueño festivo y les trasladara a una realidad que arroja que faltan 355 días para que la jarana vuelva a inundar la villa. Una situación, que los más añosos advirtieron que no se había producido desde hacía más de dos décadas, que algunos de los presentes se tomaron a mal, apareciendo los consabidos pitidos, mientras que otros optaban por hacer una lectura en positivo y asegurar que, si no ha habido traca fin de fiestas, «entonces seguimos en fiestas» y otros abogaban por repetir la convocatoria la medianoche de hoy.
 
Nada hacía aventurar que se iban a cumplir los presagios de los más agoreros y que la cortina de agua vespertina iba a condicionar de forma determinante el cierre festivo de 2015. A pesar de la aparición de este imprevisto meteoro, los arandinos no quisieron conformarse sin la tradición que despide los días en honor a su patrona, la Virgen de las Viñas, y media hora antes de que entrara el lunes acudieron a la Plaza Mayor a cumplir con el Baile de la Rueda. 
 
Poco a poco se fueron formando los dos círculos alrededor del ágora y ejecutando esa danza cuyo ritmo, interpretado a la perfección por los integrantes de la Banda Municipal de Dulzainas y Tambores de la Escuela Municipal de Folclore, contribuyó a ir mitigando las ganas de juerga y a acostumbrarse  a la rutina cotidiana.
 
La sorpresa llegó con la media noche. Cuando la alcaldesa, Raquel González, apretó el botón que tenía que hacer detonar la hilera de cohetes, solo uno explotó, privando a los presentes de la sonora sucesión de estallidos, la cortina de humo y el penetrante olor a pólvora que, partiendo del balcón de la Casa Consistorial, tenía que hacer saber a todos los presentes que había llegado el momento de guardar el pañuelo de hierbas hasta septiembre del próximo año.
 
Los técnicos de la pirotécnica encargados de la instalación de la traca realizaron varios intentos para intentar prenderla de forma manual, resultando todos infructuosos. Al final, el responsable de la dotación de bomberos presente en el lugar dio por zanjado el acto y, fueron los profesionales de este cuerpo municipal, los que se encargaron de retirar los cohetes, llenos de pólvora mojada, que habían quedado colgando sobre las cabezas de los arandinos que aún apuraban la última noche festiva. 
 
Pese a este fiasco final, la regidora aún realizó un balance positivo de las fiestas, destacando, sobre todo, el comportamiento cívico y de respeto que han demostrado los arandinos. Asimismo, consideró que la concesión de la licencia en la plaza de toros, al margen de la polémica, ha contribuido al ambiente festivo.
 
Al margen de la traca, los grandes perjudicados por la lluvia fueron aquellos que confiaban en vivir, como despedida, una Bajada de los Toros multitudinaria y que se convirtió en un sencillo pasacalles de algunas de las charangas de las peñas.
 
También lamentaron el chaparrón los aficionados a la música de Mocedades, que tuvieron que conformarse con apenas 40 minutos de sus canciones de siempre. Pese a todo, fue de agradecer la profesionalidad de un grupo que, aunque frente a ellos solo podían ver paraguas y, en la lejanía, decenas de personas cobijadas bajo los soportales de los edificios más cercanos, aguantaron sobre el escenario media hora larga aunque al final, la propia cantante reconocía que «la lluvia ha podido con nosotros» y se despedían de una actuación que supo a poco.
 
Nada que ver con un inicio dominical marcado por el almuerzo popular en el Barriles, donde se sirvieron más de mil raciones de caldereta de ternera, o los encierros infantiles. Actividades todas ellas que contribuyeron a dejar un buen sabor de boca entre los vecinos de la capital ribereña que tendrán que buscar en citas puntuales razones para mitigar sus ganas de fiesta hasta 2015.