Estalla la floración de 30.000 cerezos

M.J.F. / Caderechas
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Lo más encantador de este espectáculo natural es que apenas dura diez días • El coqueto valle produce las cerezas más tardías del país • Desde 2004 cuentan con marca de garantía y aspiran a una Indicación Geográfica Protegida

Olegario Bárcena, de Madrid de las Caderechas, podando un cerezo. - Foto: Patricia

Olegario Bárcena es caderechano de pura cepa. Tiene más de 90 años y estas mañanitas soleadas de abril las dedica a podar los cerezos en flor con su tijera de toda la vida. La tierra le insufla vitalidad. No hay más que verle. Se deja hacer fotos para este reportaje en su finca frutal de Madrid de las Caderechas y pregunta si se tiene que quitar el buzo o mejor se queda con él. Eso sí, la boina se queda en su sitio. Sus ojos claros se iluminan. Está encantado de que el valle que le vio nacer impacte tanto a los turistas. «Este año está muy bonita la floración», asegura. Y sabe lo que se dice. Ha visto ya muchas. En lo alto, se oye el runrún de un coche. Dentro va un matrimonio. La mujer baja la ventanilla y pregunta por dónde se va a Escóbados. «Estamos algo perdidos», dicen. La pareja es bilbaína y lleva unos días alojada en una casa rural del entorno. «Esto es precioso, nunca lo habíamos visto», confiesan. El camino a Herrera, que discurre serpenteante en medio de una gran masa forestal, es el punto más frecuentado del valle. Lo mismo aparecen unos senderistas de la capital burgalesa con perro incluido que un pintor vasco de brocha fina. Cuando se hace el silencio, solo se oye el zumbido de las abejas que están haciendo su encomiable labor de polinización. Van de flor en flor y tiene que ser así para que las cerezas broten en los árboles entre finales de junio y principios de agosto.

Lo más encantador de la floración caderechana es que apenas dura diez días y nunca tiene fecha fija. Son muchos los habitantes del valle los que dicen que en abril no falta una llamada diaria de algún desconocido preguntando «cómo va la flor». A la Oficina de Turismo de Oña también le ocurre exactamente lo mismo. Este fin de semana y los días de Semana Santa son el momento idóneo para acercarse a la zona y dejarse conmover por el gran manto blanco de los cerezos. Parecen pinceladas sobre un fondo verde de pinares resineros y huertos. Todo muy inspirador. Y, además, está el dulce olor de la flor. El estallido de la primavera se hace rotundo en el coqueto enclave. Los primeros turistas ya se han dejado caer por la zona en busca de una foto junto a los cerezos. Pero quedan muchos más por llegar. El recorrido es obligadamente tranquilo ya que la carretera que zigzaguea el valle es estrecha y con abundantes curvas. Los fruticultores de la zona animan a los visitantes a perderse por los caminos rurales para toparse con rincones llenos de encanto y, eso sí, piden que no dañen a los árboles arrancándoles ramas para llevar de recuerdo. En apenas unos días, la flor caerá y comenzará a salir el fruto. Al principio, será muy pequeño y verde y con el paso de las semanas, se tornará de un rojo más o menos intenso según variedades. En julio, se empezarán a recoger las codiciadas cerezas de Caderechas, que cuentan con marca de garantía propia desde hace diez años copando cada vez más mercados.  

 

Salto a las redes sociales

La Asociación de Productores del Valle de las Caderechas acerca la floración al público a través de la página de fans www.facebook.com/cerezadecaderechas y de @caderechas para compartir en Twitter fotos de la visita con la etiqueta #caderechasfloracion.