En el principio fue el dibujo

R.P.B. / Burgos
-

El artista burgalés Bruno Cuevas llevará el día 25 al Arco de Santa María 40 dibujos y una veintena de esculturas

El artista, con una de sus esculturas. - Foto: Patricia

En el principio fue el dibujo. Eso defiende siempre el artista Bruno Cuevas. «Para pintar, para esculpir, hay que saber dibujar.Quien no sabe dibujar no puede hacer ni lo uno ni lo otro con verdad. El artista, antes que nada, debe saber manejar la esencia, la base, el origen de toda obra, que no es otro que el dibujo». Quizás insista el artista en ello porque la exposición que el próximo 25 de abril inaugurará en el Arco de Santa María estará compuesta por muchos dibujos, casi medio centenar; y por una veintena de esculturas, lo que permitirá al espectador hacerse una idea del proceso de creación y de la inspiración que siempre encuentra -siempre, pues es su principio y su fin- en la naturaleza.

«Muchos de los dibujos que presento están hechos al natural, en el campo, viendo a los caballos correr», dice Cuevas en referencia a esos hermosos animales, para él toda una fuerza de la naturaleza, y que aparecen en sus cuadros exhibiendo diferentes escorzos. También hay paisajes, claro, ya que  a Bruno Cuevas le gusta perderse en el campo, respirar, empaparse del silencio de los bosques y de las campiñas para crear. Lápiza, acuarela, pastel, plumilla... «Yo cuando viajo siempre dibujo, y en esta selección hay muchas obras frutos de esos viajes, incluso algunos hechos en un aeropuerto. Dibujo mucho, y me gusta la figura en movimiento, capturar ese instante».

Todos los cuadros son figurativos; no sucede lo mismo con la mayoría de las esculturas, que son de corte vanguardista, aunque también las hay figurativas: un desnudo y una efigie humana. El estilo de las otras, onírico, llenas de curvas y arabescos, como ensoñaciones del artista, remiten inevitablemente a la naturaleza, quizás a la naturaleza más primitiva. Realizadas en bronce, hierro, plata y cobre, las piezas que Cuevas llevará al Arco de Santa María son fruto del trabajo de los últimos años, de un proceso largo de creación en el que el artista ha volcado toda su pasión, toda su vehemencia. Porque Bruno Cuevas es un artista temperamental, un agitador, un escultor que sabe medir sobre el papel, que llena bocetos y bocetos antes de ejecutar una obra que, a menudo, se escapa de su origen de papel y evoluciona hacia otros derroteros a medida que la obra se va haciendo.

Bruno Cuevas es un perfeccionista.Admite que, a menudo, le entran ganas de deshacerse de algunos trabajos; sin embargo, los deja reposar un tiempo y, cuando vuelve a ellos, los aprecia de otra manera y los da el visto bueno.

«Mi maestra es la naturaleza, nadie ni nada me ha enseñado más que la naturaleza», insiste Cuevas, que sigue centrado en su gran obra, en la obra de su vida: un encargo para un parque de la ciudad de Moscú. Algo espectacular, único.