El amigo cetrero de 'Félix'

M.J.F. / Briviesca
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El briviescano Pascual Íñiguez consigue, ya cumplidos los 80 años, el reconocimiento de los cetreros españoles. Pionero de este arte medieval, sus logros han estado eclipsados por Rodríguez de la Fuente

El briviescano Pascual Íñiguez tiene en su haber dos importantes reconocimientos por su papel pionero en la cetrería española, a la sombra del insigne ambientalista también burebano Félix Rodríguez de la Fuente, y aunque esos reconocimientos le han llegado con más de 80 años, afirma sentirse «muy satisfecho y agradecido». Muy recientemente,   ha sido nombrado socio de honor de la Asociación Española de Cetrería y Conservación de Aves Rapaces (AECCA) durante un acto celebrado en la localidad de Socuéllamos (Ciudad Real). 
Íñiguez es considerado pionero y precursor de la cetrería en España, junto con Félix Rodríguez de la Fuente, al que le unía una gran amistad y con el que creó en 1955 el Centro de Cetrería de Briviesca, una de las primeras asociaciones cetreras de nuestro país. Ambos contribuyeron, con sus proyectos y exhibiciones, a la recuperación de este arte milenario, declarado Patrimonio Inmaterial de la UNESCO en 2010.
Sin embargo, la figura de Íñiguez, fuera del mundo de la cetrería, no es tan conocida como la del burebano de Poza de la Sal. De ahí que la Asociación Española de Cetrería haya querido reconocerle su labor a favor de este arte, nombrándole socio de honor. Un homenaje que se suma al que ya hiciese la Real Federación Española de Caza en 2012, durante su Campeonato de Cetrería, celebrado en la localidad sevillana de Osuna.
Pascual Íñiguez nació el 17 de mayo de 1929 y fue el mediano de tres hermanos que gozó disfrutando de la naturaleza en compañía de su padre, Luis Íñiguez, que conocía por experiencia «los milagros y costumbres de todos los animales y aves que viven en La Bureba», explica el propio Íñiguez.
Terminada la Guerra Civil, salió de Briviesca para hacer la carrera de Comercio en la Escuela de Artes y Estudios Mercantiles de Bilbao, donde pasó varios años. Sin embargo, «el veneno que le animaba» eran las vacaciones en Briviesca, la admiración de sus amigas las aves y la complicidad con otro estudiante, Félix Rodríguez De la Fuente, que sentía y gozaba con lo mismo allí, lejos de libros y al aire libre.
Hablaban de cazar con aves rapaces, tal como lo hacían en la Edad Media, y así se convencieron y animaron a dar el gran paso. Durante cinco años, se dedicaron a buscar nidos y dormideros de halcones y tuvieron muchos sobresaltos con la Guardia Civil que les detuvo alegando que podían ser maquis. Una vez conseguidos los conocimientos necesarios a través de los libros, y después de capturar halcones, azores y un águila perdicera dieron el gran paso de ejercer el arte de la cetrería. Así, lograron adiestrar aves de presa. «De esta forma, nuestros pájaros capturaban otras aves o cualquier tipo de presas como conejos y liebres», recuerda. En el año 1955, crearon en Briviesca la primera Escuela Nacional de Cetrería. Acondicionaron un solar con mazos donde exponer al aire libre sus pájaros, baño para que se refrescaran diariamente, dormidero donde descansar las aves, así como espacio para poderse desenvolver los cetreros. «Con todo ello conseguimos disfrutar de nuestro gran sueño», afirma Íñiguez.  
 
Salió en el NO-DO.
Sus hazañas llegaron a oídos de los representantes del NO-DO, que, interesados, se pusieron en contacto con Pascual y Félix proponiéndoles hacer una exhibición de educación y caza de cetrería, con una duración de 30 minutos que fue presentada en todos los cines de España en 1954. Aquello supuso un reconocimiento importante para los dos burebanos, «así como el logro del resurgimiento de un arte que llevaba sin ser practicado desde la Edad Media», asegura Íñiguez. 
Después de darse a conocer, fueron invitados a la Feria Internacional del Campo en Madrid de 1955, donde consiguieron deslumbrar al público y ofrecer exhibiciones a diferentes autoridades, entre ellas el Caudillo y su familia, así como varios ministros. Tras aquella dulce época, ‘Félix’ continuó estudiando en Madrid e Íñiguez  regresó a Briviesca, donde se casó, y tras formar una familia se trasladó a Santurce (Vizcaya) para realizar su trabajo en la banca y donde finalizó su vida profesional. Pascual sigue residiendo en esa localidad vizcaína pero los veranos los pasa en Briviesca.