La mortalidad de las abejas, de cuya polinización depende gran parte de la producción mundial de alimentos, sigue creciendo. Los apicultores denuncian la «desubicación» creciente de estos insectos fundamentales para la persistencia del ser humano. Las abejas perecen, entre otras causas, por el uso de plaguicidas tóxicos, pero también por enfermedades producidas por un ácaro -varroa-, por ejemplo. Con la despoblación de las abejas disminuyen las posibilidades de existencia de los seres humanos.

«La agricultura se ha desarrollado tanto en los últimos 50 años que hay muchos animales, sobre todo insectos, a los que no les ha dado tiempo a adaptarse. Y entre ellos está la abeja. El espacio físico, los cambios de poblaciones, los productos que se utilizan en la agricultura..., todo eso contribuye a que las abejas se desorienten y no sepan volver a las colmenas, por eso decimos que se desabejan», asegura Eduardo Contreras, miembro de la Asociación Provincial de Apicultores de Burgos.

Ayer, la agrupación de la que forma parte celebró el Día de la Abeja en el paseo de Atapuerca reivindicando la importancia de su supervivencia. Los socios de esta asociación que concentra a 400 miembros en toda la provincia exhibieron algunas de las herramientas y materiales que se utilizan en el cuidado y extracción de la miel, así como los productos que se consiguen(propóleos, polen, cera...). No era una jornada de venta al público, sino de exposición de una actividad que ayuda a que funcione el ciclo de la vida.

Unos paneles explicativos y una pequeña carpa reunieron toda la información relacionada con esta práctica. Dujos y cajas, gorros antiguos, ahumadores, espátulas, trampas para propóleos, colmenas, panales... Con la indumentaria realizaron un pequeño desfile, portando las prendas con las que se practica el cultivo, la extracción, el desabejado, la desinfección, el ahumador...