Joyas burgalesas de reestreno

h. jiménez | burgos
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El Museo Arqueológico Nacional, que acaba de abrir sus puertas tras una profunda remodelación, custodia varias importantes piezas procedentes de la ingente riqueza histórica y artística de la provincia de Burgos

Portada de la iglesia de San Pedro de Arlanza, ahora integrada entre dos salas - Foto: JUAN LAZARO

 
Su reinauguración es una de las grandes noticias culturales del año. Un proyecto estelar, una inversión multimillonaria y una vuelta de tuerca a un contenedor de historia que había permanecido casi tres años cerrado y seis en obras de remodelación. El Museo Arqueológico Nacional es desde el día 1 de abril una nueva realidad y a ella contribuyen unas cuantas piezas del patrimonio histórico y artístico burgalés.
Una provincia tan rica como esta no podía estar ausente de una colección que relate la historia de España y de sus civilizaciones a través de sus antigüedades, y más teniendo en cuenta que la colección del MAN se ha ido configurando a lo largo de los dos últimos siglos a base de donaciones, compras y traslados.
De momento la respuesta del público a la reapertura del Arqueológico está demostrando que una dotación cultural así es capaz de completar la oferta museística que Madrid ya tenía de por sí en otros grandes centros como el Prado, el Reina Sofía o el Thyssen, pero no en el aspecto arqueológico. Hasta el viernes habían pasado por sus salas casi 20.000 personas.
Y una de las piezas con la que se toparán todos los visitantes, pues cruzarán bajo sus arcos durante el recorrido, será la portada de la iglesia del Monasterio de San Pedro de Arlanza. El cenobio en ruinas, que sufrió gravísimos despojos en sus pinturas (ninguna de las cuales está en el Museo Arqueológico Nacional), vio como esta portada dividida en más de 100 piezas se trasladaba a Madrid en septiembre de 1895 tras no pocas dificultades con las gestiones tal y como relata Ángela Franco Mata, del departamento de Antigüedades Medievales. Un incendio el año anterior a punto estuvo de dar al traste con su traslado, y el viaje por ferrocarril de las piedras acabó encareciendo la operación muy por encima de lo previsto, pero al menos se salvó de desaparecer o acabar dividida entre varias manos.
Cerca de la portada, en la zona del románico, de procedencia burgalesa es también una pila bautismal procedente de Mazariegos. La pieza llegó al Museo vendida en 1932 por el anticuario Ignacio Martínez, y desde entonces se custodia en el edificio museístico del barrio de Salamanca esta pieza compuesta en realidad por dos partes, con una base circular y una copa semiesférica de considerables dimensiones en la que se representa la Jerusalén Celeste.
De la misma época es también un beato de San Pedro de Cardeña, copia del de Liébana con los Comentarios al Apocalipsis, que está incompleto (varios de sus folios están en Gerona, otro museo de Madrid y Nueva York).
Pero no solo del románico burgalés vive el MAN. También se muestran en este espacio tres esculturas procedentes del Monasterio de Fresdelval (dos de ellas de alabastro vinculadas al sepulcro de Juan de Padilla y otra de caliza) que representan al Rey David, a la Virgen de la Anunciación y a un profeta.
La conservadora jefe del Museo menciona también una vidriera con la escena de La lactancia mística de San Bernardo, de hacia 1520, realizada en algún taller burgalés como uno de los grandes centros vidrieros españoles de los siglos XV y XVI, o platería religiosa y civil marcada por plateros burgaleses del siglo XVI, como una cruz procesional o un jarro de pico y una fuente para lavamanos.
Otras joyas prácticamente desconocidas, como el retablo cerámico de la desaparecida iglesia de San Pablo (donde luego estuvo Caballería y ahora el MEH) o varios retablos del Monasterio de Vileña (comprados a raíz del incendio que asoló el edificio a mediados de los años 70) forman parte de la colección pero no están expuestas.
Y además podemos encontrar multitud de monedas de Alfonso X procedentes de Castrojeriz, una bonita estela romana de Lara de los Infantes, varias flechas de Clunia e incluso restos fósiles de Antecessor, un bifaz o una reproducción de un cráneo de la Sima de los Huesos de Atapuerca.