«Volvería a pasar por todo para conseguir lo que tengo en Burgos»

C. Berges / Burgos
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Dominique Tiendrebeogo, burkinés de 32 años, ha establecido su vida en la ciudad tras pasar por duros momentos desde que salió en busca de oportunidades en Europa

Son tiempos difíciles para muchos. Tanto es así que, a veces, se toman decisiones en las que todo queda atrás para poder buscar una  vida mejor. No es extraño ver en los medios nacionales cómo desembarcan en nuestras costas pateras llegadas desde África, llenas de personas que buscan una salida a su situación con la esperanza de encontrar una oportunidad en Europa. España es un puente para este propósito pero también, para algunos, se convierte en su nuevo hogar, como es el caso de Dominique Tiendrebeogo.

Procede de Burkina Faso y, tras años de continua lucha, ha conseguido estabilizar su situación en la capital burgalesa. Consiguió regularizar su situación en el país la semana pasada gracias a la fundación Alter. «Me ofrecieron un contrato laboral en la Huerta Molinillo y eso ha hecho que todo sea mucho más fácil», explica Tiendrebeogo.

En su país trabajaba «en lo que podía». Todos los empleos que desempeñaba eran temporales y no le garantizaban unas condiciones óptimas que permitieran mantener a su familia. «Me daba igual la clase de oficio que me ofrecieran, hacía de todo pero no era suficiente; no podíamos salir hacia delante y tenía que empezar a buscar alternativas», declara. Siempre había escuchado que en Europa las condiciones a la hora de desempeñar un puesto eran mucho mejores por lo que cuando se le presentó la oportunidad no se lo pensó dos veces. «Quería trabajar y conseguir dinero para mi mujer y mis hijos, aunque fue muy duro dejarlos allí», cuenta.

Junto a otro grupo de burkineses planeó un viaje que atravesaría el continente africano hasta llegar a la costa. Finalmente, en 2009 partieron con el fin de labrarse un futuro. «Pasamos por Níger, Argelia y Marruecos y llegamos a las playas de Motril en 2011; éramos 37 personas, fue un viaje realmente duro en la patera pero lo único en lo que pensaba era en llegar a España por mi familia», cuenta con un gesto de tristeza.

  Aunque la realidad española no era la que le contaron en Burkina Faso cuenta que, en todo caso, «es mucho mejor porque el nivel de vida que hay en mi país es mucho peor».

Tras llegar a costas españolas, pasó 55 días en dependencias de la Policía de Tarifa. Cuando le pusieron en libertad, la Fundación Raxen -que ayuda a refugiados- le facilitó durante seis meses un piso en Burgos después de estar en algunas ciudades como Cádiz. «Mi situación se la tengo que agradecer, sobre todo, a la buena gente que he encontrado en Burgos; he hecho muy buenos amigos y las asociaciones me han ayudado a que todo resulte mucho más fácil», relata el burkinés.

Ahora, una vez que su vida está estabilizada, no piensa en el pasado y en los duros momentos por los que ha vivido hasta llegar a su situación actual, sino que lo hace con vistas al futuro, con la esperanza de que algún día pueda venir su familia. «Me tengo que informar de cómo podrían venir y en qué condiciones porque acabo de conseguir los papeles y no lo sé», declara.

 Ha dejado a su mujer y a sus dos hijos, de 5 y 9 años, en Burkina Faso. «A la pequeña ni siquiera la he llegado a conocer;cuando me fui mi esposa estaba embarazada y dio a luz cuando ya me había ido; suelo hablar con ellos todo lo que puedo por teléfono porque por internet es imposible, es muy difícil  que llegue la red a donde vivimos; les mando dinero cuando puedo», afirma Tiendrebeogo.

Tiene planeado volverlos a ver cuando tenga vacaciones en su trabajo, en el que está muy contento. «Hace casi dos años que conozco a la Fundación Alter y les estoy muy agradecido porque pensaron en mi para contratarme; es muy agradable trabajar aquí por las tareas que tienes y el grupo; todos son muy humanos», añade.

la huerta.  En la calle Molinillo, la Fundación Alter y Promoción Solidaria tienen una parcela en la que cultivan todo tipo de productos por un fin social. Dominique trabaja en estas instalaciones y se encarga de que todas las plantas y árboles estén en perfectas condiciones dado que la forma de subsistir de este lugar es mediante la venta.

Hay socios que pagan una cuota anual y pueden recoger cada miércoles una cesta con 5 kilos de productos de temporada. «Desde que empezó hasta ahora ha tenido mucho éxito; habrá unos 80 socios que vienen todas las semanas», cuenta el burkinés.

Mientras recoge los tomates que se repartirán este próximo miércoles, dos curiosas entran en el recinto para preguntar cómo pueden inscribirse. «Es una muy buena oportunidad, tener un espacio así en la ciudad es algo que hay que aprovecharlo y queremos saber cómo funciona», comentan.

Junto a Tiendrebeogo, hay voluntarios que se prestan y apoyan este proyecto que asegura unas prácticas agrícolas fiables, además de solidaridad ya que proporcionan estabilidad a personas que lo necestian, como a Dominique.