Sancho García, el fundador del monasterio de Oña

M.J.F.
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Este conde castellano que vivió en el siglo XI era muy hábil en la guerra y las alianzas, según las crónicas de la época. Logró la devolución a Castilla de doscientas plazas de Almanzor

El conde de Castilla Sancho García, fundador del Monasterio de San Salvador de Oña en 1011 donde se encuentra enterrado, es un hombre de su tiempo. Por sucesión, ostenta el título tras la muerte de su padre en el año 995. Los  primeros años  transcurren tratando de conservar las fronteras, lo que le lleva a sucesivas campañas bélicas. Una de las más importantes, según las crónicas de la época, fue  la  que puso fin a la vida de Almanzor,  el que fuera el castigo de los cristianos del norte peninsular.  Esas mismas crónicas  coinciden en señalar las habilidades de este conde castellano: destreza en la guerra para vencer a sus enemigos y habilidad en la búsqueda de alianzas que culmina en noviembre del año 1009 cuando Sancho, el Ibn Mana Duna de las crónicas musulmanas,  entra en Córdoba y  arbitra en la sucesión del  califato. Pero no acaban ahí las intervenciones decisivas del conde pues, avanzado ya el año 1011 y aprovechando las disensiones en el poder califal,  firma un tratado por el que son devueltas a Castilla doscientas plazas de las conquistadas por Almanzor, entre ellas las tan castigadas de Clunia, San Esteban, Osma y Gormaz.

De esta forma, con el liderazgo de  Sancho García el condado alcanza su máxima extensión territorial. Este tiempo de paz lo aprovecha  el conde para consolidar el territorio repoblando esa Extremadura castellana, frontera legendaria de Castilla,  que se completaba con la autoridad en los condados alaveses y en el de Monzón. Casado con Urraca hacia el año 994, el matrimonio  tuvo cinco hijos, cuatro mujeres y un varón,  que probablemente nació  en  1009.

Al año siguiente,  la primogénita, Muniadonna, se casa, con  Sancho el Mayor, rey de Pamplona. Para Tigridia, su segunda hija el conde planea fundar un monasterio y elige Oña que ya  años antes contaba con  fortaleza y monasterio. Del conde, al que se le conoce con el sobrenombre de ‘El de Los Buenos Fueros’, dice Ibn Hayyan que «no he visto entre los príncipes cristianos un hombre que le igualara por la gravedad de su porte, por su valor varonil, por la claridad de espíritu, por sus conocimientos o por la eficacia persuasoria de sus palabras».

 El 5 de febrero del año 1017 moría el conde y sus restos mortales fueron conducidos hasta Oña donde ya reposaban los de su mujer Urraca. Ambos están enterrados en el atrio de la iglesia de San Salvador, la casa que habían fundado  y elegido, para su eterno descanso.

El 12 de febrero de 2011, los onienses celebraron el mil aniversario de la fundación del Monasterio de San Salvador por el conde Sancho García. En su honor se inauguró una estatua que ya es un símbolo en la villa. La obra fue realizada por el artista Bruno Cuevas. Aquella jornada tuvo un brillo especial ya que reunió a decenas de autoridades políticas, culturales y religiosas de la región. La historia volvió a latir en Oña.

Más de un millar de personas arroparon el solemne evento que arrancó con el recibimiento de autoridades a los pies de la escalinata del monasterio. Ya en el interior de la iglesia abacial, el nuncio apostólico del Papa en España, Renzo Fratini, presidió una misa mayor en la que intervinieron además los arzobispos de Burgos y Pamplona. En el sermón, Fratini repasó los avatares históricos del monasterio desde su creación, habló de los valores de la vida monacal y afirmó que la celebración era «una propicia ocasión para reflexionar sobre la oportunidad de reavivar en el presente las raíces cristianas de la sociedad de hoy». Al término del extenso oficio religioso, el altar se convirtió en marco teatral acogiendo la escena de El Cronicón de Oña. En esta escenificación de corte histórico  se relata la fundación del Monasterio de San Salvador. Sobre las tablas, 'aparecieron' el conde Sancho García, su esposa Doña Urraca y su hija Tigridia tomando los hábitos.