El AVE a Vitoria cumple 5 años atascado en su fase de proyecto

H. Jiménez / Burgos
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Todos los tramos fueron adjudicados entre mayo y septiembre de 2009 y para ninguno de ellos hay previsión de obras. Persisten las dudas sobre si habrá una verdadera alta velocidad o un simple arreglo de la vía actual

Panorámica de la estación Rosa de Lima, con las vías que se dirigen hacia el norte al fondo. / - Foto: Luis López Araico

El Boletín Oficial del Estado fue un hervidero de adjudicaciones en torno al AVE Burgos-Vitoria entre mayo y septiembre de 2009. Entre el día 27 del primero y el 25 del segundo aparecieron hasta 11 anuncios diferentes de otros tantos de la línea de alta velocidad proyectada para unir la meseta con la ‘Y’ vasca. Todos ellos salían con un plazo de ejecución de 12 meses, así que al año siguiente deberían estar prestos y dispuestos para iniciarse las obras. 
 
El jueves se cumplirán cinco años del último de esos anuncios, y un lustro después el panorama no ha cambiado. El trazado ni siquiera está aprobado, no hay ningún compromiso temporal ni para el inicio de su ejecución ni por supuesto para su conclusión.
 
Desde Burgos hacia el norte está en un preocupante estado de indefinición, y pesan sobre él muchas dudas sobre si se hará con una nueva plataforma ferroviaria (como el resto de la línea) o simplemente con mejoras en el trazado actual a la espera de que la situación económica dé un giro de 180 grados.
 
Casualidad o no, a principios de mayo de 2009 el Gobierno vasco había elegido por primera vez en su historia a un lehendakari socialista, del mismo color que entonces ostentaba el poder en Madrid. La llegada a la presidencia autonómica de Patxi López se suponía que podía darle un fuerte impulso al AVE hacia el norte, y efectivamente así ocurrió.
 
Sin embargo, aquel esfuerzo fue tan fugaz como el mandato de López, que acabó con elecciones anticipadas, y desde aquel lejano 2009 apenas se han vuelto a conocer pasos administrativos en torno a la línea de alta velocidad Burgos-Vitoria. Solo en julio de 2012 se aprobó el tramo entre Castil de Peones y Briviesca, pero nada se ha sabido del resto.
 
En teoría siguen en fase de redacción, lo que demuestra que no existe interés político en su impulso puesto que su aprobación daría lugar al resto de pasos, y por el momento no hay plazos ni presupuestos, y nadie sabe asegurar hasta cuándo se mantendrán en este estado. Las declaraciones de los responsables de Fomento del último año, con la ministra Ana Pastor a la cabeza, sostienen que el corredor entre Madrid y Euskadi «es una prioridad» pero esas palabras no se traducen en hechos ni en avances constatables. Mientras tanto, prosiguen las obras en otras líneas (Extremadura, Galicia o los polémicos túneles de Pajares, en Asturias). Y de Burgos hacia el norte, tradicional vía de comunicación hacia Europa y parte del eje atlántico del que tanto hablan los gurús comunitarios del transporte y la logística, el AVE no ha pasado del papel. 
 
Lo peor, la Incertidumbre. Lo peor, sin embargo, no es el retraso en la aprobación de proyectos o en su ejecución, sino la incertidumbre que se cierne sobre la continuación hacia Vitoria. En junio de 2013 se filtró a los medios de comunicación de toda España un documento interno de ADIF en el que se concretaba la posibilidad de retrasar la construcción de una nueva línea de alta velocidad (unos meses antes ya había circulado el rumor) y en su lugar calculaba el ahorro que supondría mejor el trazado actual con una vía adaptada al ancho europeo. 
 
El resultado era una reducción presupuestaria de nada menos que 1.000 millones de euros, al rebajar la inversión de 1.400 a 400 millones de euros. Con esta cantidad, que aun así suena importante, se mejoraría el viejo tendido ferroviario con el horizonte puesto en 2016, y habría que esperar a un «horizonte final» en torno al año 2024.
 
Cuando se filtró aquel informe, el Administrador de Infraestructuras advirtió que no había sido aprobado «por ningún órgano competente, por lo que carece del más mínimo valor oficial», y añadía que «las hipótesis planteadas en el mismo han sido superadas por posteriores análisis estratégicos que invalidan totalmente el borrador». Pero sus conclusiones siguen sobre la mesa.
 
Medio año después, en diciembre de 2013, el secretario de Estado de Infraestructuras, Manuel Niño, tuvo que rectificar en el espacio de pocos días una intervención suya en el Congreso de los Diputados. Primero dijo literalmente que los planes del Ministerio pasaban por intervenir en «la línea convencional», pero ante el revuelo causado (sobre todo en el País Vasco, cuyos políticos reaccionaron de forma mucho más activa que los de Burgos o Castilla yLeón) aseguró que había sido «una confusión» y emplazó a la construcción de una verdadera línea del AVE «en el momento en que estén finalizadas las obras de la Y vasca».
 
La trampa, en este caso, reside en que no hay plazos fijos para culminar por completo esta titánica infraestructura, que están construyendo entre el Gobierno vasco y el central, que exige varios miles de millones de euros y que ha sido pospuesta en numerosas ocasiones, hasta el punto de que ahora nadie se atreve a decir un horizonte temporal cierto para ella.