Un informe técnico sugería ya en 2010 el traslado del arco de la Isla

R.P.B. / Burgos
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El Ayuntamiento defiende la reforma realizada, que «aminoró y mejoró el menoscabo que el paso del tiempo ha producido sobre la piedra de mala calidad con la que se construyó el arco»

El pórtico románico de Cerezo de Río Tirón se instaló en el Paseo de la Isla en 1932. - Foto: Patricia

Un informe técnico elaborado por la empresa que llevó a cabo la reforma de los monumentos del Paseo de la Isla ya sugería en 2010 el traslado del arco románico de Cerezo de Río Tirón. «Por el difícil estado en el que se encuentra, se recomienda la sustitución y ser llevada a un lugar más protegido, donde no le afecten las patologías de las cuales hoy adolece», subrayaba el informe, que enumeraba de esta manera el mal estado de la joya arquitectónica: «Ataque importante de líquenes crustáceos, musgos y plantas superiores, hasta el punto que las raíces de un castaño cercano afectan directamente a la cimentación; desplacaciones en las columnas; arenización de las piezas originales; tinciones; morteros de reposición de cemento que dañan la piedra; suciedad superficial por acumulación de detritus y materia orgánica e inorgánica; grietas; pintadas y grafittis; pérdida de los morteros de las juntas».

La reciente denuncia de la Asociación Cerario sobre el estado del pórtico, que vincula la actuación de 2010 con su progresivo deterioro, podría acelerar una decisión respecto del posible traslado del monumento, si bien desde el Consistorio, a través de la empresa que llevó a cabo la rehabilitación, defienden a capa y espada la profesionalidad y el cuidado con que ésta se hizo. «Aminoró y mejoró el menoscabo que el paso del tiempo ha producido sobre la piedra de mala calidad con la que se construyó el arco», señalan. Así, este periódico ha tenido acceso al informe posterior a la actuación, en el que se detalla con todo lujo de detalles.

Limpieza a fondo

Además de la limpieza primaria, la consolidación química, la eliminación de morteros de juntas y añadidos, el tratamiento biocida y herbicida y la consolidación mecánica de grietas y fisuras, para la limpieza en profundidad «la elección del sistema apropiado se realizó mediante un previo ensayo y valoración de distintos métodos y productos (limpieza físico-química empleando diferentes formulaciones y métodos) diferenciando claramente lo que era original, en piedra arenisca, y los añadidos, en piedra caliza, puesto que no eran iguales ni las condiciones de dureza, densidad y cohesión de los dos tipos de piedra. Se comenzó por limpieza manual con bisturí, eliminando restos orgánicos que podían interferir en la posterior proyección de abrasivo. Se realizaron ensayos con microabrasión con distintos áridos, cáscaras de nuez molida para las areniscas, aunque los mejores resultados siguieron siendo las microesferas de vidrio Softglass no empleando presiones superiores al 1,5 kg/cm2 y no aplicándolo nunca cerca de zonas muy alteradas, se han realizado pruebas con silicato de aluminio, pero por posibles residuos y por la mayor granovolumetría que presentaba, se desechó después de varios ensayos». Este tipo de limpieza, aseguran, se llevó a cabo solamente en la zona de caliza, siendo un cepillado con cerdas de nylon y microabrasión con Softglass a presión inferior a 1kg el método que mejores características ofreció para la arenisca puesto que poseía policromía, si bien no demasiado rica, pues solamente aparecieron pigmentos rojos aglutinados al temple.

Respecto a la restauración volumétrica, cuyo principal problema se hallaba en las pilastras inferiores, que habían sufrido «un desgaste considerable y corrían el riesgo de desaparecer para siempre si continuaba el estado de degradación», se optó por «la reconstrucción de volumen de aquellas que rompían el aspecto global de la obra, y podían suponer no solo un riesgo de pérdida de intensidad estética sino de aplomo de la propia portada, con lo cual se tomó la decisión de actuar lo menos agresivamente posible, respetando el volumen original y devolviendo mediante mortero la forma primigenia, siendo identificables no solo a nivel fotográfico o documental, sino mediante una labra distinta, tipo abujardado para diferenciarlo del original».