«A España le vendría muy bien el federalismo»

Angélica González / Burgos
-

Luis López Álvarez - Foto: Ángel Ayala

Autor del romance Los Comuneros, a Luis López Álvarez (El Bierzo, León, 1930), se le considera «el verdadero ideólogo e intelectual del castellanismo». Su biografía tanto vital como intelectual es extensísima: es diplomado en Periodismo y Políticas, fue funcionario de Naciones Unidas y dio clases en universidades españolas, venezolanas y portorriqueñas.

 

El Partido Castellanista está haciendo de cicerone en la visita de Luis López Álvarez a Burgos de estos días. El autor ha venido para inspirarse y finalizar  el poemario Castiella, en el que lleva años trabajando, y para analizar cómo se materializará el proyecto de una organización que perpetúe su legado intelectual.

¿Existe el nacionalismo castellano?

La palabra nacionalismo se ha degenerado. Es una afirmación de identidad y hasta ahí está bien, lo malo es cuando se quiere hacer en detrimento de los otros.

¿Por qué este nacionalismo no tiene más implantación social?

Hay muchos factores históricos. El movimiento castellanista de la ‘Gran Castilla’ (la que engloba Cantabria, La Rioja, Castilla y León y Castilla-La Mancha) se sataniza porque estaba muy ligado a la Primera República cuando se hizo el Pacto Federal, que fue un acontecimiento sensacional. Pero como se asimiló ese pacto a monarquía y se ha querido legitimar la nueva monarquía tras la muerte de Franco, todo esto ha obrado en contra. También hay que recordar que cuando estalló la Guerra Civil estaba en comisión de estudio el estatuto de Castilla y luego llegó este engendro de la Transición y el Estado de las autonomías...

¿Por qué lo llama engendro?

Porque fue un engendro improvisado, hicieron una Constitución sin constituyentes y no la sometieron a referéndum ni a discusión nacional sino que la pasaron de tapadillo. ¿España necesitaba doce padres para engendrar un hijo? La Constitución está formada por retazos de la francesa y la alemana, esencialmente, y algo de la austríaca, pero lo fundamental, lo que más iba a concernir al futuro, que eran las autonomías, se improvisa hasta el punto de que cuando consideran que han cerrado el periodo dejan la urdimbre colgando, sin terminar.

¿El apoyo de las urnas no validó el texto constitucional?

Por supuesto que no porque no era un apoyo para la Constitución sino elecciones legislativas, no era un referéndum sobre la Constitución, que era el trámite normal en las democracias cuando se refunda el Estado. Fue mezclar las cosas para distraer la mercancía.

¿De qué querían distraer a los españoles en ese momento?

Había un afán muy apresurado de hacerse con parcelas de poder. Se cometieron desatinos, por ejemplo, como dejar sin patrimonio a la CNT -único sindicato con un millón de afiliados antes de la Guerra Civil- para dárselo a la UGT porque les interesaba. Hubo cantidad de atropellos de este estilo.

¿De aquellos polvos vienen estos lodos?

Absolutamente: la distribución en autonomías no tendría que haber pasado de 8 ó 10.

¿Castilla y León estaría?

No solo: sería la ‘Gran Castilla’ con Cantabria, La Rioja y Castilla -La Mancha.

¿Hubiera mejorado la vida de las personas?

En primer lugar, no habría tantas superposiciones administrativas. No habría que haber preservado la distribución por provincias, copiada del modelo francés, que fue nefasta para España.

¿Tampoco es partidario?

Es una realidad a la que es difícil dar la vuelta pero se podría haber hecho cuando se refundó el Estado.

¿Está de acuerdo con el referéndum por la autodeterminación que se prevé en Cataluña?

En absoluto. Apuesto por el federalismo, un concepto que no se conoce, es una doctrina muy rica.

¿Le vendría bien a España?

Muy bien, las autonomías periféricas participarían de la gestión del Estado en decisiones que conciernen al conjunto del país. La ventaja del sistema federal es que aproxima la gestión al ciudadano.