Internet se vuelve contra el 'teleco'

H.J. / Burgos
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Primero un gasto desmesurado de datos y luego la indignación popular expresada en webs y redes sociales se mezclan en la polémica de Eduardo Villanueva, paradójicamente concejal de Nuevas Tecnologías

Eduardo Villanueva, en el centro de la imagen, con gesto serio en el Pleno municipal del viernes. - Foto: DB/Ángel Ayala

«Lindo merengue se mandó el amigo». Lo dijo un argentino el viernes de madrugada al enterarse por las redes sociales del escandaloso gasto de 207.000 euros en teléfono que había provocado la suspensión cautelar de un concejal en el Ayuntamiento de Burgos. La historia había dado ya la vuelta al mundo impulsada por las Nuevas Tecnologías, las mismas que estudió Eduardo Villanueva Bayona hasta convertirse en Ingeniero de Telecomunicaciones y las mismas que titulan el cargo con dedicación exclusiva que todavía ostenta en la Casa Consistorial burgalesa. Su profesión y su encomienda política se han vuelto precisamente contra él.

La historia que destapó este periódico el miércoles 10 de octubre arranca en realidad entre mediados de abril y mediados de mayo de 2011. En esas fechas un único número de teléfono del Ayuntamiento de Burgos generó un gasto de 207.879,97 euros, cantidad desorbitada derivada de un consumo de datos de 221 gigas que no está al alcance de ningún usuario ‘convencional’.

Durante meses la factura permaneció oculta. Desde el Consistorio se intentó hacer ver a la operadora que se trataba de un fallo en la tarificación, alguien renegoció la rebaja y consiguió que el nuevo importe quedara en 128.189 euros, que resulta igualmente una cifra desmesurada. A partir de ella hubo otras correcciones hasta llegar a 5.878. Esta era teóricamente la única que debía haberse abonado según el criterio municipal, pero en realidad el gasto ascendió a casi 134.000. Y su abono pasó inadvertido entre las múltiples deudas que ayudó a tapar el llamado ‘Plan Montoro’.

Estas cantidades, además, vinieron precedidas de consumos de 4.000, 7.000, 1.000 y 18.000 euros respectivamente en los meses anteriores. El mes siguiente a los 207.000 la cantidad bajó drásticamente hasta los 400. Pero ¿cómo es posible semejante descarga de 221 gigabytes, cuando la bajada de una película supone, aproximadamente, 1,5?

Es una pregunta que está sin resolver, quizás la clave de todo el embrollo, porque ni el propio Eduardo Villanueva ni el Ayuntamiento han dado explicaciones sobre en qué se empleó. Solo el concejal dijo el viernes, a través de su  cuenta personal en la red social Twitter, que el uso se limitó a «una tarjeta de datos para mi actividad profesional», a lo que unos minutos después aclaró:«Me refiero a que la usé para realizar mi trabajo de concejal», pues entonces no tenía dedicación exclusiva.

Una de las respuestas podría estar en la duplicación de la tarjeta original. Aunque en un principio lo negó, las posteriores informaciones de DB revelaron que Villanueva, en efecto, había realizado una copia del dispositivo original perteneciente al departamento de Informática y lo había utilizado en algún dispositivo móvil (ordenador portátil, tableta o smartphone).

El portavoz del equipo de Gobierno y concejal de Hacienda durante la legislatura de Juan Carlos Aparicio en la que se produjeron los gastos, Ángel Ibáñez, llegó a negar en rueda de prensa que la tarjeta la hubiera utilizado un concejal y aseguró que desconocía la existencia de este caso hasta que lo leyó en el periódico. Una semana después tuvo que tragar un sapo de tamaño considerable y reconocer, de nuevo ante los medios de comunicación, que sí había sido usada por Villanueva, en contra de lo que el edil de Nuevas Tecnologías había trasladado a sus propios compañeros.

Todo ello debería quedar aclarado en el informe interno que ha encargado el alcalde, Javier Lacalle, y que por el momento se presenta como la única vía por la que el Ayuntamiento ofrecerá detalles del caso, puesto que en el pleno de este viernes rechazó la creación de una comisión de investigación como le pedía el resto de grupos políticos.

Hasta aquí, el relato de la primera ‘traición’ a la que las Nuevas Tecnologías han sometido a su concejal, a quien al parecer se le fue de las manos el consumo o bien hizo de él un uso no adecuado, aunque él lo sigue negando. Pero hay otro aspecto que Villanueva no ha podido controlar porque supera todas las barreras: la difusión que un caso de este tipo adquiere a través de internet.

Hace 10 años la repercusión  habría sido mucho más lenta y habría tardado tiempo en saltar del ámbito local. En 2008 o 2009, sin ir más lejos, también hubiera tenido un impacto más moderado. Pero en los últimos tiempos se han sumado dos fenómenos que en este caso se mezclan y se retroalimentan: el ‘boom’ de las redes sociales y la indignación ciudadana derivada de la crisis y avivada al calor de movimientos como el 15-M.

Desde que la noticia apareció en la edición digital de Diario de Burgos ha sido una de las más leídas (la que revelaba el duplicado de la tarjeta ronda las 55.000 visitas). Ha generado cientos de comentarios, algunos de ellos irreproducibles por la dureza de sus expresiones, que revelan el hartazgo de los votantes respecto a su clase política, el grado de desengaño al que han llegado y la intolerancia a la corrupción que llena los bolsillos de unos pocos mientras la mayoría tiene que afrontar sacrificios y a nadie le extraña ya el reparto benéfico de alimentos, ropa o material escolar.

Twitter, por ejemplo, una red  caracterizada por su inmediatez, clamó por la dimisión de Villanueva muchas horas antes de que el alcalde decidiera su suspensión, una medida que desde luego no ha satisfecho a la mayoría de los internautas (muy pocos, poquísimos, han expresado en público su apoyo o siquiera su comprensión hacia el concejal).

El mismo enfado es el que ha contagiado a los trabajadores municipales, a los que el equipo de Gobierno ha aplicado recortes como el incremento de la jornada laboral o la supresión de la paga extraordinaria. Una vez más, la ayuda de internet fue decisiva en esta historia: en la mañana del jueves, y en apenas un par de horas, correos electrónicos y whatsapp organizaron una concentración a las puertas del Ayuntamiento, que luego se convirtió en un intento de acceder a la sala de prensa.

Bajo el lema ‘Movil-lización’, haciendo un juego de palabras, alrededor de un centenar de funcionarios y laborales (entre ellos había incluso jefes de sección)clamaban contra los excesos de los gobernantes y advertían que no tolerarían que compañeros suyos (en este caso del área de Informática, a la que pertenecía la tarjeta duplicada) se vieran salpicados por el error o la malversación de un cargo electo. Por cierto, no perdían tampoco la oportunidad de subrayar que el importe de la factura de los 207.000 equivalía casi al 10% del ahorro que va a tener la administración eliminando la nómina estas navidades.

el ‘avispero’ del equipo de gobierno. Para explicar el contexto de la crisis más grave que han vivido los últimos equipos de Gobierno del PP (hace pocos meses tuvimos el precedente del ‘caso Espolón’, pero no llegó a la suspensión de nadie), hay que sumar además las complejas relaciones que rigen la convivencia en el grupo de concejales.

Ya en la época de Aparicio empezaron a surgir camarillas, facciones de ediles que mantienen entre sí relaciones de amistad en grupos de 3 o 4 personas y que se enfrentan de forma habitual a otros. Procuran ‘despellejarse’ de puertas para adentro, pero en ocasiones se les escapan comentarios hacia sus compañeros que parecerían más bien dedicados al enemigo.

«Aquello es un avispero», dice un ex concejal que conoce muy bien a los que hasta hace bien poco fueron sus compañeros. El jueves, en la Junta de Gobierno Local, algunos reprocharon a Villanueva el daño que sus versiones contradictorias, primero afirmando una cosa y luego desmintiéndose, hacían al colectivo.

Ese mismo día por la tarde el PSOE, a través por ejemplo de su concejal José María Jiménez, insinuaba que el desmesurado gasto telefónico podía estar relacionado con la campaña electoral del PP, pues en las fechas de las que hablamos se desarrollaba la convocatoria de los comicios municipales y autonómicos de 2011. El viernes otro concejal, en este caso Antonio Fernández Santos, abundaba en esta teoría y añadía que los consumos de datos se disparaban el día anterior, el posterior y el coincidente con un mítin de Mariano Rajoy en Burgos.

Si el asunto llegara a salpicar al partido, los dirigentes de la calle Calzadas no tendrían más remedio que cortar por lo sano. La clave, nuevamente, vuelve a estar en el increíble gasto de un teléfono que habría sido suficiente para comprarse una vivienda o una decena de coches de gama media y que no puede quedar sin una explicación detallada.