Un plano plegado de acero, vidrio y madera para cubrir San Juan

H.J. / Burgos
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El Ayuntamiento presentará ante Bellas Artes un proyecto que no toca la ruina del antiguo monasterio para afectar lo mínimo posible al BIC y lograr por fin el visto bueno ministerial

La trasera más espectacular. Desde la calle Calzadas será donde más se aprecie la nueva cubierta y sus características. - Foto: Estudio BSA

Entre plantear lo imposible y conformarse con lo probable, el Ayuntamiento de Burgos ha optado por esta segunda opción en la pretensión de cubrir el antiguo Monasterio de San Juan. La administración local tiene lista ya la propuesta para dar más sentido a un espacio ahora infrautilizado, se la presentó hace 10 días al director general de Bellas Artes y ahora tendrá que consensuar en el plano técnico los detalles para hacerlo posible.

El Ministerio de Cultura, como propietario del edificio, tendrá no mucho, sino todo que decir. A su dueño corresponderá la última palabra aunque la iniciativa sea municipal, y por eso el Consistorio está siendo muy cuidadoso a la hora de gestionarlo. Además, como organismo competente en la defensa de un Bien de Interés Cultural, al ministerio se le supone un especial celo en el cuidado de este conjunto arquitectónico que tiene su origen en un monasterio benedictino del siglo XI.

Por todo ello, cualquier paso en falso puede dar al traste con la idea, como ya ocurrió con una vieja iniciativa de Caja de Burgos que murió de éxito. Aquella consistía en un cubo de cristal demasiado ambicioso a ojos de los técnicos de Bellas Artes. Y ahora se opta por algo mucho menos ambicioso pero más real.

Siempre a expensas de lo que diga Cultura, el trabajo desarrollado por el estudio de arquitectura BSA plantea lo que denominan como «un plano plegado» de acero, madera y vidrio. Las líneas rectas dominan en una cubierta que se eleva en su parte central evocando la diferencia de altura de las antiguas naves y una capilla situada a la izquierda de la entrada principal, mientras el conjunto se sustenta en unos pilares que se anclan directamente al suelo.

En ningún punto se tocan los muros actuales. De hecho, quedarán espacios entre la cubierta y las ruinas por los que entrará el viento. El nuevo espacio no estará calefactado, como sí ocurría con la idea desechada de Caja de Burgos, pero a cambio será respetuoso al máximo con un lugar por el que pasa el Camino de Santiago, añadiendo si cabe una mayor complejidad a cualquier intervención.

El concejal de Cultura, Fernando Gómez, advierte que la idea con la que acudirán al Ministerio «está todavía en un momento muy embrionario». Insiste en la necesaria prudencia a la hora de valorar la propuesta, pues puede quedar sometida a variaciones en los próximos meses a medida que avancen las conversaciones entre los técnicos de las distintas administraciones (también intervendrá la Dirección General de Patrimonio de la Junta de Castilla yLeón). De momento solo lo conoce el director general de Bellas Artes, quien recibió de forma positiva las imágenes que se le mostraron durante su reciente visita a Burgos, pero él no tiene el poder de decisión y serán otros quienes valoren al detalle si finalmente se interviene.

Fernando Gómez considera que la cobertura «sería positivo en varios aspectos para el recinto, pues dignificaría el edificio y preservaría mejor las ruinas que como ahora están a la intemperie». Y explica cuatro criterios utilizados en la elaboración del proyecto: «En primer lugar, que no incidiera directamente sobre los muros antiguos. Además, que reflejara el carácter inicial del edificio. Igualmente, que mantuviera un espacio diáfano suficiente para su posterior utilización. Y finalmente, que sea una instalación reversible si el algún momento se decide retirarla».

impacto visual. El resultado es una intervención que desde el exterior será poco visible. De hecho, desde la parte delantera, la que se asoma a un lugar más sensible por su carga histórica, ni se verá. Sí será más notable su presencia desde la trasera que se orienta hacia la calle Calzadas, donde la expansión residencial de los años 70 y 80 salpicó de edificios modernos el entorno, por lo que ya no es necesario guardar hacia ellos tanto respeto estético.

Las cifras que se manejan inicialmente hablan de una superficie cubierta resultante de unos 1.300 metros cuadrados y de un presupuesto de intervención de 2 millones de euros (se ha rebajado desde los 2,5 inicialmente previstos). El 75% de ellos serán costeados con cargo al Plan Urban, del que el Ayuntamiento todavía tiene fondos pendientes de gastar.