Septiembre, mes de peregrinaje

P.G. Macías / Burgos
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Cada mañana, los protagonistas del Camino de Santiago inundan los alrededores de la Catedral. Después de kilómetros de recorrido, necesitan descansar y reponer fuerzas para continuar la aventura

El albergue de la Casa de los Cubos abre sus puertas a las 12 de la mañana. - Foto: Luis López Araico

La mochila cargada con todo lo necesario, las pilas puestas y las ganas de disfrutar andando. Es todo lo que precisan los peregrinos para comenzar la aventura del Camino de Santiago.

Llegan desde todas partes del mundo y todos tienen algo en común, quieren disfrutar de la tranquilidad en su ruta. La mayor parte de ellos comienza la travesía andando solos, buscando la paz y la calma en sus pasos; pero a lo largo de los kilómetros y de las etapas, las experiencias crean grandes lazos de unión.

Septiembre es el mes elegido por gran parte de ellos para afrontar el camino. Los albergues se llenan y las colas para encontrar una cama donde pasar la noche aumentan. «Mayo y septiembre son los dos meses más fuertes. No hace frío y tampoco calor, así que la temperatura es más cómoda. Se nota el aumento de peregrinos estos días», comentan desde un local de Agés, donde los mochileros, a base de café y aperitivo, recargan las fuerzas para continuar hasta la ciudad. La jornada comienza a las seis de la mañana, y esta parada resulta imprescindible en la ruta.

Después de una media de veinticinco kilómetros de recorrido, llega la hora de buscar un sitio donde poder descansar.

Casa de los cubos. Este albergue, situado en pleno centro histórico de la capital y con vistas a la Catedral, cuelga el cartel de ‘completo’ cada mañana de septiembre.

Dispone de 150 plazas de alojamiento limitadas que se llenan cada día desde que abre sus puertas. A las doce de la mañana los hospitaleros voluntarios comienzan a sellar las credenciales de los caminantes, que aprovecharan el final de la etapa para descansar y pegarse una buena ducha. Después, podrán disfrutar de la ciudad burgalesa, su cultura y su patrimonio con los recorridos guiados gratuitos que se realizan en los meses de verano. Permanece abierto hasta las 22:30 y por cinco euros ofrece a los peregrinos todo lo necesario para pasar la noche.

«Nos basamos en una promoción, defensa y conservación del Camino de Santiago, junto a la atención al peregrino», afirma Jesús Aguirre, presidente de la Asociación Amigos del Camino de Burgos, encargada de gestionar el albergue municipal.

PERFIL. Italianos, alemanes y franceses son los más numerosos estos días, pero el Camino acoge peregrinos llegados desde puntos del mapa como Corea del Sur, Brasil, Estados Unidos o Australia.

«El perfil más común es un varón extranjero que va andando y suele tener en torno a 45-50 años», indica Aguirre.

Las cifras no mienten y del total de peregrinos registrados en lo que va de año en el albergue de la Casa de los Cubos, alrededor del 70% proceden de fuera de España. Esta ruta se convirtió en algo internacional hace ya algunas décadas y cada año recibe mayor afluencia de viajantes en camino hacia Santiago de Compostela.

experiencia. Los peregrinos reconocen que en cada etapa aprenden algo nuevo. A veces prefieren ir solos, buscando el momento de reflexión que les proporciona la tranquilidad del paisaje. Otras, la compañía hace que el paso de los kilómetros sea más ameno.

En cualquier caso, solos o acompañados, todos afirman con seguridad que repetirían. «Las cosas buenas permanecen siempre y esta es una de ellas. Es algo que marca un antes y un después en tu vida. Todavía no sé de qué manera lo hará, pero algún día me daré cuenta de cómo me ha influido esta experiencia», dice Shoshana, que llega desde Alemania.

La felicidad se respira a cada paso que dan. Satisfacción, superación y compañerismo son las claves de este camino. Acompañan a cada peregrino en su ruta diaria. La mayoría llegan sin expectativas, buscando algo diferente, queriendo vivir una gran aventura. Aprovechan un momento en el que sólo han necesitado un buen calzado, una cantimplora y algo de ropa de repuesto para afrontar cada día. Terminarán en Santiago o Finisterre, pero, « la mochila volverá a casa llena de recuerdos inolvidables».