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El nacionalismo mezclado con populismo nos está dando unos capítulos penosos de la Historia reciente de España. Una se pregunta qué ocurre en la cabeza de estas personas que se manifiestan con fervor a favor de cuatro descerebrados que han quebrantado la ley y están en la cárcel, huidos o en libertad bajo fianza. Se echan a la calle a manifestarse a favor de delincuentes. Incluso se manifiestan de noche, con antorchas recordando la época más oscura de Europa. También desembarcan en las redes sociales con un lazo amarillo en su foto de perfil, participando activamente, creyendo defender la Democracia. Y lo peor, lo más grave, es que están abducidos como miembros de sectas religiosas. Incluso sus líderes, como Anna Tarrés, declaran que van a seguir a su líder, su maestro y que irán tras él. ¿Irán tras un infractor de la ley? ¿Tras un forajido que huye de la justicia y abandona a su pueblo de forma vil y cobarde? Banalizar la Democracia poniéndola a la altura de cuatro consignas fanáticas abre la veda a otros delirios. Creo firmemente en la defensa de las ideas pero siempre desde dentro del marco de la ley. Estamos en el Siglo XXI, en un país democrático y en una Europa que mira hacia el futuro. No hay cabida para delirios de siglos pasados.
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ICAL
J. D. S. / ICAL