La vida se paró en Sargentes de la Lora hace hoy un año. Todo o casi todo ha transcurrido más lento, sin prisas. La silueta y ese crujir tan característico de los caballitos bajando y subiendo desde la profundidad, es ahora una estampa fija, silente. El tránsito de vehículos se ha reducido considerablemente por la carretera y el cartero ya no deja cartas en el buzón que la Compañía Petrolífera de Sedano tenía en el bar El Oro Negro. A Mariví, la dueña del establecimiento, le sobra tiempo. Ya no sirve tantos café ni tira las mismas cañas... Es inevitable que ante tanta calma, esta mujer que ha olido el petróleo desde que nació, le vengan a la memoria aquellos años de esplendor cuando llegaban al pueblo gentes de distintas partes del país atraídas por ver el campo de petróleo de Ayoluengo.