La primera semifinal del Burgos-Nueva York corroboró una vez más que la danza es mucho más que una disciplina artística para emocionar. El escenario del Teatro Principal se convirtió ayer en la palestra desde la que coreógrafos y bailarines alertaron con crudeza y elegancia de algunas de las miserias de este siglo. Contemporánea o urbana, la danza es, ante todo, una forma de expresión sin límites.