Llegan al destino preferiblemente antes de cenar, descansan o pasean y al día siguiente por la mañana se lanzan a visitar la ciudad en cuestión. Esa es la única imposición que llevan durante todo el verano las personas que deciden cambiar el avión, los hoteles o las tiendas de campaña por el viaje en autocaravana. En Burgos, el parking anexo al Alcampo aglutina cada mañana cerca de 30 carvanas.