Es un ejemplo de arquitectura civil de gran valor para el entorno, el único edificio (o de los pocos) que quedan de su tipología del siglo XVI y en sus bajos estuvo la primera imprenta de la ciudad, importada por Fadrique de Basilea, de donde salió la edición original de La Celestina. Casi nada. Pero el paso del tiempo no perdona y su tejado se ha convertido en un serio problema.