Las otras caras de la AP-1

G. Arce
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La plantilla de Europistas cortará la N-I en Parcorbo el jueves por la tarde para denunciar su situación laboral. La empresa prepara ya el ERE de extinción de 120 empleos ante el silencio de Fomento sobre el mantenimiento futuro de la autopista

Dentro de 55 días desaparecerán los peajes de la autopista Burgos-Armiñón y también los 120 empleos directos que ha mantenido durante más de tres décadas esta infraestructura viaria. Esta es la cara y la cruz de una de las primeras decisiones adoptadas por el Gobierno de Pedro Sánchez poco después de acceder a La Moncloa y el último capítulo de un conflicto social cuajado de muertes por accidente sobre el asfalto de la N-I que viene a cambiar drásticamente el mapa de carreteras provincial, abriendo a partir de diciembre al tráfico masivo la principal arteria viaria que nos une con el País Vasco y Europa.

Mientras buena parte de la ciudadanía (especialmente los vecinos del corredor Burgos-Miranda) recibe con gran satisfacción la apertura de la AP-1, la plantilla de Europistas ultima el calendario para presentar la documentación exigida e iniciar la negociación de un EREde extinción que, a la postre, supondrá la desaparición de una de las 20 mayores empresas de la provincia, con 70 millones de ingresos anuales y 23,7 millones generados en impuestos.

Literalmente, estos trabajadores, familias repartidas entre Burgos, Briviesca y Miranda de Ebro, se sienten hoy entre la espada y la pared:el tiempo les apremia y, por los plazos que establece la ley, tienen que preparar ya su despido de la mejor manera posible. Mientras, esperan que el Ministerio de Fomento presente el pliego de licitación de las obras de mantenimiento de la futura autovía, un trámite que, dado lo ajustado de los plazos, deberá resolverse por un procedimiento de emergencia por el Consejo de Ministros, procedimiento que determinará la empresa que se encargue temporalmente de asumir el cuidado y la seguridad de la AP-1 desde el 1 de diciembre.

Mientras Madrid adopta esta decisión, buena parte de los 120 trabajadores confían en que, según se les ha prometido, se puedan subrogar «de la mejor manera posible» a la empresa adjudicataria. De hecho, ya han solicitado por escrito una reunión técnica a tres bandas (trabajadores y empresa) con el secretario general de Infraestructuras del Ministerio de Fomento -donde ya estuvieron a finales de agosto- para saber a qué atenerse.

Además, el jueves 11, a las 17,00 horas, se concentrarán en Pancorbo («un pueblo que va a sufrir mucho el fin de la autopista») y allí cortarán la N-I para intentar visualizar la situación en la que quedan ellos y, añaden, muchas de las familias que viven de la hostelería de la carretera nacional.

«Queremos lograr una solución integral, que el máximo número de personas se subrogue en la adjudicataria del mantenimiento, aunque barajamos diferentes opciones. No todos tienen que ir a una sola empresa, el Ministerio puede asumir una parte de la plantilla y habría que ver si se pueden realizar traslados y despidos pactados con compensación económica [para mayores de 55 años] a modo de jubilaciones anticipadas, una fórmula a la que se ha apelado en los últimos días pero que legalmente no existe», explica Pedro Aller, secretario regional de Transporte de UGT.

La plantilla, añade el presidente del comité, Jesús Alberto Mateo, vive en la incertidumbre desde hace varios meses. Han pasado de tener un empleo fijo, un entorno laboral sin conflictos (en Europistas nunca ha habido despidos; sí recolocaciones y prejubilaciones)y sueldos equiparables a las de las mejores empresas de Burgos, a encontrarse en la puerta de la calle. La edad media es de 44,4 años, por lo que a muchos les pilla en plena vida laboral. «El anuncio del ministro [en una entrevista publicada en El País el 17 de junio] fue una noticia nefasta, de la noche a la mañana nos quedamos sin trabajo. Fue un disgusto...», recuerda Purificación, operaria de comunicaciones en Castañares, madre de 3 hijos, que lleva 20 años en la autopista, donde comenzó a trabajar cubriendo los puestos de peajista en las vacaciones de verano y Semana Santa.  

«Nosotros no pedimos más que continuar trabajando. No defendemos la gestión de la empresa sino nuestros puestos de trabajo. No somos el enemigo, trabajamos para mejorar y garantizar la seguridad del usuario con una vía en perfecto estado de funcionamiento».

 

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