Adiós a un militar en la cumbre

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Fernando Yarto Nebreda, que perteneció a Scouts Arlanzón y estudió en Maristas, fallece después de recibir un disparo accidental en un ejercicio en Jaca. Había coronado todos los ochomiles del planeta y llevaba «la montaña en la sangre»

I.e. / burgos

El burgalés Fernando Yarto Nebreda, de 48 años, se había jugado la vida en las cumbres más elevadas y mortíferas del planeta. No hace mucho tiempo sufrió un grave accidente en Pirineos que lo mantuvo durante meses lejos del alpinismo y de la Escuela Militar de Montaña y Operaciones Especiales de Jaca, de la que era jefe y profesor. Sin embargo, el intrépido comandante halló la muerte en un ejercicio táctico real en el que recibió un disparo en el muslo que le destrozó la femoral. Fue ingresado el martes en el Hospital de Huesca pero ayer a las 7 de la mañana fallecía al no poder superar las graves heridas que había sufrido.

Era mucho más que un militar. Era un escalador de primera, que había coronado todos los ochomiles del planeta, enfrentándose a avalanchas, temperaturas gélidas  y al continuo peligro de congelación. Llevaba la montaña en la sangre. Lo saben bien quienes fueron sus compañeros en el Grupo Scout Arlanzón, al que perteneció antes de ingresar en la Academia de Zaragoza. Llegó a ser monitor de chavales de entre 11 y 13 años, a quienes inoculó «el amor por la aventura», recuerda su amigo Luis.

Vecino de la calle Madrid -su madre sigue viviendo en un piso frente a la residencia de San Agustín- cursó todos sus estudios, hasta COU, en los Maristas, en el Colegio Liceo Castilla, donde ayer no daban crédito a la trágica noticia. Tenía un hermano y una hermana. El varón es militar, como él, y estuvo destinado en el cuartel general de la División San Marcial hasta hace 2 años, cuando fue trasladado a Madrid.

En 1991 ingresó en la Academia Militar de Zaragoza, de donde salió en 1996 con el empleo de teniente, y ha pasado por todos los destinos de las unidades de montaña. Se asentó en Jaca y se casó, no tiene hijos. Sin embargo, regresaba a Burgos con asiduidad, donde ha dado conferencias sobre alpinismo. Subió al Everest «cuando las agencias de aventura no estaba todavía implantadas», comentaba a este periódico en una entrevista en 2008. Formó, con otros tres militares burgaleses, un grupo de elite que colocó la bandera de España no solo en los picos del Himalaya sino también en la Antártida y en el Polo Norte.

Estaba en posesión de diversas condecoraciones y felicitaciones personales y era tildado por los miembros de la Escuela como «un magnífico compañero, gran deportista y reputado montañero», según el Ministerio de Defensa, que se ha sumado al dolor por la muerte del comandante.

El accidente mortal ocurrió sobre las 7.30 del martes en el campo de tiro Las Batiellas, zona de entrenamiento situada a 4 km de Jaca, durante un ejercicio táctico con fuego real en el que se utilizan siluetas humanas, en ocasiones dentro de los edificios. A esa hora todavía había poca luz. Supervisaba un ejercicio programado, afirmó la oficina de prensa  del Ejército de Tierra, «cuando un disparo fortuito le alcanzó en la zona inguinal». El tiro le entró por detrás, por un glúteo, y fue a parar a la zona inguinal, causando daños en las arterias femoral e ilíaca. A pesar de ser estabilizado en el Hospital de Jaca y traslado a la UCIdel de Huesca, no pudo superar las graves lesiones y el intrépido comandante burgalés moría ayer de madrugada.