Jubilados y algunos ganaderos y agricultores son los guardianes de estos pequeños paraísos, donde se suceden las casas cerradas, donde las iglesias apenas tienen culto, donde no se abren los consultorios médicos y donde ya está cambiando el color de su hermoso paisaje coronado por las Mamblas y el Picón de Lara, donde se alza el castillo en ruinas, fundado en el 902 por el padre de Fernán González