Miles de personas pasan estos días por el Cementerio de San José. Construido a comienzos del siglo XX toma ejemplo del primer cementerio extramuros de la ciudad gracias a una de las cosas buenas que enseñaron los franceses a la población local durante la ocupación francesa: enterrar a los muertos lejos de las iglesias y de las urbe, y en unas condiciones de salubridad y de higiene desconocidas.