Pocos imaginan hoy que ese hombre menudo y robusto, de escaso pelo blanco y clara mirada líquida, ocupó decenas de hojas de un diario deportivo como las que cada mañana centran su atención en el bar de la esquina. Ese hombre que hoy se desplaza con andador al tener maltrecha una cadera fue un centrocampista con clase que triunfó en el Estrasburgo como jugador, entrenador y responsable de cantera.