Miguel Delgado pone punto y final a 48 años de trabajo. Echa el cerrojo al taller que regentaba desde hace 36 años en Río Vena y ahora espera vender las máquinas de coser, la troqueladora, los moldes, las planchas y las últimas pieles de colores del almacén a un empresario de Pakistán, cuya industria textil ha terminado con el sueño de dejar en herencia a sus hijos el que fue un próspero negocio.